Creado el Jueves, 5 de Junio del 2014 06:46:25 pm

Se creyó esto funcionaría dentro de la oferta y la demanda. Nadie avizoró se estaba originando un monstruo de más de siete cabezas, acaso imposible de serles cortadas, salvo si fiscales probos y valientes jueces se atreven a hacerlo.

Nos referimos a los variopintos sindicatos de construcción civil, habiendo cerca de 300 a nivel nacional. Todos operativos, repletos de afiliados, cuyos antecedentes nadie sabe. El propio secretario general de la Federación de Trabajadores de Construcción Civil del Perú, Mario Huamán, lo ha reconocido.

Muchos de ellos son, en realidad, seudo hombres del andamio, habiendo convertido a sus organizaciones en fuerzas de choque y matonería yendo a donde está la apetitosa obra a exigir puestos de trabajo o el pago de cupos, de lo contrario corren las amenazas seguidas de balas a granel. Es increíble: los susodichos tienen licencia para portar armas.

Suponemos, la patronal optó en dividir para ganar. Y, en ese marco de ganar, perdió ante las metamorfosis presentándose. Los sindicatos de ahora no son los de antes, si acaso los de antes sí eran sindicatos, más allá de ser medios al servicio de los dirigentes viviendo sin la necesidad de trabajar. Poco le creímos a Carlos Alberto Montaner despotricando contra la élite sindical y sus vicios, además de otras prebendas, aduciendo luchar por los derechos de los trabajadores. Hemos empezado a creerle.

Gustavo Tapia Reyes

Periodista, escritor y docente

Foto: Diario El Comercio

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