La maldición de ser región rica
Creado el Martes, 27 de Mayo del 2014 12:23:34 am
Presionado por los gobernantes regionales, que se quejaban de las trabas burocráticas que no les permitía gastar e invertir sus millonarios recursos, al gobierno central no le quedó más remedio que ir rompiendo uno por uno los candados que protegían las arcas fiscales.
Esta medida precipitada y la falta de previsión para establecer eficaces mecanismos de control y fiscalización sobre el manejo de los recursos regionales, permitieron la instalación del desorden en el gasto público. Sin orientación gerencial y por la equivocada conducta de los presidentes regionales, al confundir su autonomía con minidictaduras, las fatales consecuencias no tardaron en evidenciarse. Obras de cemento por doquier, desconexión de la visión país y desperdicio de los recursos.
En el caso de Áncash, la incapacidad de su gobernante regional agudizó aún más su situación de desorden. Obnubilado por su repentino poder, César Álvarez dedicó su empeño a la confrontación con el gobierno central. Dispuesto a manejar a su antojo los proyectos emblemáticos de la región, confundió niveles de competencia con capacidad de gestión, y exigió que le entreguen el Proyecto Especial Chinecas. Luego, pidió el manejo del terminal portuario de Chimbote, y a nuestro puerto le rebajaron la categoría de puerto de alcance nacional al de regional, solamente para tenga competencias en su manejo. Gestos populistas que nos han frustrado muchos sueños.
Sin cuadros técnicos de nivel y con cuestionados personajes en su entorno, la corrupción no tardó en instalarse en las entrañas de su gobierno. Ya no hubo reparos en admitir públicamente el diezmo y las denuncias de obras deficientes, sobrevaloradas y arreglos en licitaciones aumentaron y tenían que hacer algo. Con millonarios recursos a la mano, los ojos de la corrupción se desviaron a los administradores de justicia en busca de impunidad, y se negociaron los archivamientos escandalosos, que poco a poco saltaron del nivel local hasta las altas esferas del Consejo Nacional de la Magistratura.
La sensación de omnipotencia de esta red de corrupción ya no tuvo límites y encaminó sus pasos hacia la protección criminal, asesina, y el sicariato no tardó en acudir a su convocatoria.
Mal por el Perú, peor por Áncash. Las buenas intenciones de la regionalización, solo consiguieron enfrentar al mismo Estado en sus niveles de gobierno, dejando sangre y luto en el escenario.
Ante la terrible experiencia vivida, es necesario revisar las competencias conferidas a los gobiernos regionales; diseñar mecanismos que permitan articular proyectos locales y regionales con visión país; y elaborar políticas regionales multisectoriales en una hoja de ruta que deban ser observados por los gobernantes de turno.
El proceso de descentralización debe continuar, solo que, a la luz de los hechos, se debe evaluar concienzudamente las opciones para escoger el camino correcto, y comprometer más la participación de la sociedad civil, fortaleciendo sus instituciones y dándole legitimidad a sus organizaciones sociales.
César Córdova Ponce
Director de la revista “La Voz del Pescador”
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