Cuando los jefes se equivocan
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:31:49 pm
Dicen que quien no se equivoca es porque poco o nada hace en la vida. Pero si se cometen los mismos errores frecuentemente es porque algo no anda bien, y de haber personas que dependen de una u otra forma del accionar de quien erró, la situación podría complicarse.
Los jefes desempeñan una tarea nada fácil: encaran potenciales trampas cada día y por eso, no deben pasar por alto las situaciones aparentemente insignificante. Estas podrían devenir en problemas quejas o conflictos.
Algunos de sus más comunes "resbalones" son:
Falta de comunicación: en un centro de trabajo se debe mantener bien informado al personal. No se trata sólo de comunicar las noticias de mayor repercusión porque lo aparentemente intranscendente como, la cafetera rota, los cambios en el horario de trabajo es a menudo más importante. Además, evitar que haya rumores.
No saber delegar: este es un problema común. Al delegar no sólo debe quedar libre de tareas, sino que debe dar a los empleados la oportunidad para que desarrollen su potencial.
Tomarlo todo como un ataque personal: seguro que se molesta cuando un empleado llega tarde tres días consecutivos o no termina a tiempo una tarea importante. Recuerde que al convertir un problema laboral en algo personal puede desalentar a todo el equipo. Mantenga siempre la cordura a pesar de lo molesto que pueda estar.
Falta de parámetros: si le gusta informarse de inmediato de cualquier problema de la organización, hágalo saber. Si quiere que los empleados sugieran soluciones cada vez que surjan problemas, comuníquelo también.
No hablar en el momento oportuno: no espere hasta la evaluación anual de sus empleados para manifestar su insatisfacción con el desempeño de alguno de éstos, podrían terminar en estado de shock. Cuando surja un inconveniente, dígalo. No calle. Y cuando critique, plantee también soluciones.
Olvidarse de decir "gracias": un jefe siempre está ocupado y por eso no tiene suficiente tiempo para agradecer constantemente. Pero en ocasiones una palabra de elogio por una tarea bien realizada, alienta. A los empleados les gusta sentirse apreciados para dar lo mejor de sí.
No saber motivar: no es cierto que solo la remuneración motiva al empleado. Las oportunidades para el desarrollo profesional y personal, las amistades en el trabajo y las posibilidades para aprender pueden ser más importantes. El buen jefe descubre las necesidades de sus subordinados y las satisface adecuadamente.
Tratar a todos por igual: un jefe no puede tratar a todos de igual manera porque dos empleados no tienen las mismas habilidades, temperamentos y experiencias. Tampoco requieren idéntica supervisión: algunos prefieren la rutina, otros la oportunidad para mostrar su creatividad y hay quienes querrán establecer relaciones bien definidas con el superior.
Falta de muestras de lealtad: usualmente se espera que los empleados muestren lealtad, pero a menudo se olvida que es una tarea recíproca. El jefe puede hacerlo al elogiar a sus subordinados, desearles lo mejor en ocasiones especiales, atender sus necesidades y tomar sus errores como un aprendizaje mutuo.
No planificar: muchos jefes no saben escoger las prioridades de su organización ni dividir su tiempo y el de sus empleados apropiadamente, porque no tienen metas ni objetivos claros; tampoco planes de acción que mantengan a la empresa en el camino correcto.
Felipe Llenque Tume
Pastdecano del Colegio de Licenciados en Administración (CORLAD Chimbote).
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Foto: Internet
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