La juventud en la alicaída agenda ancashina... ¿qué hacer?
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:31:40 pm
El peso del modelo económico, los cambios en la pareja y la familia, de las representaciones de la sexualidad, del impacto de la música, de la televisión, del cine y de la Internet, influyen y unifican considerablemente esa mentalidad juvenil de casi todos los países, lo que hace posible constatar trazos comunes en la psicología y sociología de los jóvenes del mundo entero, es la conclusión a la que llega el padre Tony Anatrella especialista en psiquiatría social y psicoanálisis.
Conclusiones iluminadoras para la reflexión acerca del que hacer eclesial y social respecto a la educación de nuestros jóvenes, población que -según el censo nacional del año 2007- ya sobrepasa los 7 millones y medio (entre los 15 a 29 años) entre varones y mujeres, sector aún pendiente de respuestas en la alicaída agenda social de Áncash y del Perú.
Atrás las ideologías como en las generaciones de jóvenes precedentes; hoy nuestros jóvenes aspiran a entablar relaciones auténticas, relaciones que dramáticamente no llegan en la mayoría de los casos a concretarse, optando significativamente por refugiarse en esa propia interioridad o mejor dicho replegándose dentro de sus propias sensaciones o emociones, encerrándose en ese individualismo visible. Repliegue sobre sí mismos, que se expresa de diversos modos en experiencias gratificantes primarias que traen como consecuencia mediática el que nuestros jóvenes prolonguen su inmadurez.
Sobre excitados, por esa sicología mediática, que enerva hoy los ánimos y el universo virtual, creado por videojuegos o la Internet (facebook, youtobe, twitter, Etc.), quedan predispuestos a vivir de lo imaginario y en un mundo virtual, sin contacto con la realidad, la que no han aprendido a conocer. Adquieren como consecuencia un acercamiento lúdico a la vida, con la necesidad de ir de juerga, sobre todo los fines de semana, sin saber bien por qué; de este modo buscan ambientes totalizantes y sensaciones que les dan la impresión de que existen. Así su vida afectiva está marcada por muchas dudas, comenzando por aquellas sobre la identidad, el sexo, la familia, conformándose con entablar relaciones artificiales o superficiales en su mayoría.
Aunque viven insertos en las universidades o en una actividad profesional o en situaciones personales bastante diversas o precarias: taxeando, pescando, vendiendo o, en el peor de los casos, desocupados, aún se sienten confrontados con la realidad y buscan razones para la vida, sobre las que construir una existencia autentica frente a esa “crisis de interioridad”. De aquí que podamos señalar la importancia de un compromiso social serio, para impulsar una educación que forme y que responda a dicha problemática juvenil.
Sería bueno en este tiempo escuchar a los líderes sociales, candidatos o políticos y más aun a quienes en la presunción de su agnosticismo o ateísmo dentro de las universidades o vida académica se dedican a la enseñanza y elaboran argumentos para todos los gustos en las aulas de clases, bajo la presunción de la “post-modernidad”, esto frente a una situación de postración en lo que concierne a la fe, vida interior o espiritual de nuestros jóvenes.
En el marco de esta sociedad que impulsa una educación infectada por esa mentalidad mercantil, que gobierna buena parte del sector educación y frente al impulso de este estilo de vida “individualista o deshumanizante”, que sitúa a la juventud en una crisis de interioridad e indiferencia respecto a la realidad, hemos de tomar las medidas correctivas en dicha orientación educativa, integrando dentro de ella elementos que favorezcan una adecuada formación del corazón y del espíritu, bajo la premisa de que el ser humano es un ser profundamente espiritual y más aun reconociendo que solo en ello se colocaran cimientos serios y verdaderos para una autentica educación integral que edifique a nuestra sociedad, elevemos al Señor nuestras oraciones, por todos los jóvenes ancashinos sobre todo por todos los que se sienten solos, abandonados, incomprendidos, explotados o excluidos.
Foto: www.territoriodigital.com
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