Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:20 pm

que criticaba su forma de anunciar las Buenas Nuevas. Era costumbre lavarse bien las manos antes de consumir los alimentos, y al ser ignorado por los discípulos la crítica era fuerte, sobre todo cuando venía de las autoridades religiosas que, en más de las veces, vivía una doble vida.
Los judíos tradicionalistas eran los mismos que quebrantaban la ley, pero frente a la comunidad creyente se mostraban como los más fervientes servidores de Dios. Jesús los reconoce, les dice que no es la forma de vivir, ni de anunciar el Mensaje de Salvación. Pero cambiar implicaba renunciar a la comodidad que da el poder, y a la que ya se habían acostumbrado.
Jesús conocía la Ley de Moisés y la tradición judaica, pero él no había venido a enraizar el poder, sino a cambiar lo que se había vuelto indigno para Dios y el ser humano. Y es que las Buenas Nuevas trataban de devolverle la dignidad al que había sido considerado, hasta entonces, como indigno o impío. “Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”, responde Jesús al cuestionamiento de los fariseos y demás judíos.

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