La misericordia de Dios
Creado el Viernes, 26 de Febrero del 2016 09:12:46 am | Modificado el 11/10/2021 04:38:04 pm
Niños en medio de la calle vendiendo golosinas. Madres suplicando por un pan para sus hijos. Padres pidiendo una limosna, en los hospitales, para sustentar los gastos médicos de sus hijos enfermos. Si hablamos de necesidades es suficiente con abrir los ojos y la mente y observar alrededor cuántas carencias hay a cada paso dado. Pero, ¿qué hacer frente a esta situación? ¿Cómo actuar?
Era una costumbre, en la Europa antigua, ofrecer sacrificios humanos. Y bajo la autoridad de Pilato, prefecto de la provincia romana de Judea, también se realizaban estas prácticas. Justamente a Jesús le cuentan que se habían realizado sacrificios en el Templo Sagrado, recinto de adoración a Dios. La respuesta de Jesús sigue siendo la misma: “la conversión y el cambio personal”, dice Fray Eduardo Pimentel Carranza.
Jesús es un hombre de acción. Él no se sienta a ver el problema. Él hace. Tampoco se sienta a compadecer al que necesita de una Gracia, sino que lo socorre y le devuelve su dignidad. Así también, llama a producir frutos, como una respuesta a la lista de carencias con las que nos encontramos a menudo. Jesús, como Dios e incluso en su condición de hombre, se acerca al ser humano, lo mira, se entristece y le regala una nueva oportunidad para surgir y vivir en coherencia. ¿Pero qué actitudes nos alejan de Dios, entonces?
La misericordia de Dios es infinita. Sin embargo, él sigue esperando una respuesta. Sigue suplicando por una oportunidad más para quienes dejamos de ser productivos y solemos asemejarnos a aquella higuera improductiva, estéril, que se niega a dar frutos. Pero la diferencia es que el ser humano puede responder al llamado de Dios.
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