Informe de la semana: Los frutos del amor
Creado el Viernes, 8 de Julio del 2016 11:41:16 am | Modificado el 11/10/2021 04:38:13 pm
El llanto es una respuesta al dolor que se está viviendo, ¿pero qué pasa cuando no somos lo suficientemente humanos para detener nuestras actividades y asistir al hermano que está sufriendo? En ocasiones pareciera que aquella característica innata, la sensibilidad, se viera opacada por la comodidad de nuestra situación o por la frustración de considerar que no podemos ayudar.
Vivimos en una comunidad donde alguno de los nuestros ha sido víctima de un robo o asalto y, donde además, cerramos los ojos por el temor de intervenir y terminar como una víctima más. Sí, todos quisiéramos poder ayudar, pero el “quisiéramos” no resuelve nada sin la determinación de cambiar ese círculo vicioso causante de la indiferencia y el desasosiego. Probablemente el sacerdote y el levita se sintieron incapaces de ayudar y simplemente ignoraron al hermano herido, pero el samaritano observó, bajó la mirada y actuó, reflexiona el Padre Walter Malca.
“¿Quién es mi prójimo?”, pregunta un maestro de la ley. Jesús es conocido por sus respuestas pausadas y firmes. El prójimo es aquella persona por la que estás dispuesto a quitarte los zapatos y dárselos, es aquel hermano internado en una cama de hospital que espera una visita, es aquel niño que sale a las calles en su momento de desesperación porque los padres pelean… Es quien necesita ser ayudado y el que auxilia cuando tiene que hacerlo.
Por lo general, quienes optan por actuar frente a una necesidad están más ocupados haciendo, viviendo, sirviendo que quejándose de sus propios sufrimientos. El maestro con el que Jesús habla tenía dos opciones (creer o no) y un solo camino para vivir: el amor. Amarás a Dios y a tu prójimo como a ti mismo. Y el amor al prójimo es consecuencia del amor a Dios.
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