Informe de la semana: El Lázaro de hoy
Creado el Jueves, 22 de Septiembre del 2016 06:18:16 pm | Modificado el 11/10/2021 04:38:18 pm
Abrir las puertas de la casa permite captar una realidad distinta a la que se vive a puertas cerradas. Probablemente muchos vayamos por el mundo sin voltear a ver al prójimo que sufre, que yace y que suplica por un poco de piedad. Muchas veces, además de vivir para sí mismos, tomamos otros rumbos por el temor de no tener la capacidad de ayudar, pero ese acto también es indiferencia.
Epulón, el hombre rico, no es cuestionado por sus riquezas ni sus costumbres, sino por encerrarse en sus propios intereses y e ignorar a un Lázaro agonizante, sentado a su puerta, esperando misericordia para mitigar el hambre y la sed que lo atormentaba. Sin embargo, los únicos que se compadecen de aquel hombre son los perros que se quedan junto a él para consolarlo y acompañarlo.
La muerte que no discrimina ni se fija en castas o condiciones sociales, visita al rico y al pobre. Epulón y Lázaro pronto se encuentran en la otra vida. Mientras Lázaro va al seno de Abrahán, el rico está condenado a pagar por sus indolencias y su falta de misericordia. En definitiva, Dios no quiere que alguno se pierda, pero las consecuencias de las acciones malas o buenas llegan en su momento y el ser humano debe responder por ellas.
No existe alguien que no esté en condiciones de ayudar salvo que esté muerto. Es en vida cuando podemos ayudar a la familia, escuchar al que está sufriendo, socorrer y servir. Pero para ver la realidad, necesitamos dolernos, sentirla, observar con los ojos espirituales… De otro modo, estaremos repitiendo la vida de Epulón; el rico que decidió vivir solo para él y sus intereses personales.
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