El poder de la fe
Creado el Miércoles, 23 de Agosto del 2017 07:05:49 pm | Modificado el 02/08/2024 10:46:20 am
Por una extraña razón que no logro entender todos los años me topó con ellos. Nunca me he comisionado para entrevistarlos ni me he puesto a pensar en el día que llegarán para tomarles fotos (podría creer que tal vez es una señal de algo). La casualidad hace que el destino nos junte. Siempre con sus capas moradas, con una cruz de unos tres metros que cargan a un costado de la pista y, claro, con la sagrada imagen que llevan en sus manos. Son los peregrinos del Señor Cautivo de Ayabaca.
Hoy me he chocado con Juan Vílchez Flores y los hermanos Cristian y Giancarlo Chiroque Vílchez (los apellidos muestran que son bien piuranos) a la altura del pueblo joven Las Brisas. El mayor es Juan y apenas tiene 22 años. Los he encontrado en la Panamericana Norte cuando pedían una colaboración a los colectiveros para comprar el menú del día. Así es todo su viaje, sobreviven con el apoyo que les brinda la gente. A veces les regalan frutas y otras veces solo su fe les da el alimento espiritual que necesitan para continuar su camino.
Los tres muchachos son parte de la agrupación Virgen de Guadalupe que el 29 de mayo partió de Tacna. Recorren toda la costa peruana soportando frío y sol. Duermen donde les agarra la noche y no se hospedan en hoteles, solo arman su pequeña carpa y descansan a un costado de la pista con el bullicio de los autos y camiones. Lo que hacen es como la metáfora de lo que debería ser la vida: sencillez, convicción y plena libertad para hacer lo que se nos ocurra.
“De Piura viajé en ómnibus a Tacna y ahora regreso caminando. Hago esto desde hace seis años por una promesa que le hice al Señor por curar a mi madrecita que estaba enferma”, señala Juan Vílchez con ese tono cantado que es sello inconfundible de los piuranos. Juan cuenta que hay personas que se les acercan y les piden que oren por su familiar enfermo o que simplemente el “Cautivito” siempre los proteja. La gente también les entrega fotos para que las coloquen al pie de la sagrada imagen.
Juan Cristian y Giancarlo tienen que llegar el 11 de octubre a Ayabaca (Piura) porque ese día inicia la fiesta del Señor Cautivo de Ayabaca, que se encuentra en la iglesia Nuestra Señora del Pilar. Luego de cinco meses habrán recorrido 2.396 kilómetros desde el extremo sur del Perú hasta llegar a la sierra a una altura de 2.700 metros sobre el nivel del mar. “La fiesta es fantástica, los creyentes llegan caminado descalzos y hay otros que hasta se arrastran de espaldas. Es nuestra fe lo que nos permite hacer esas cosas”, explica Juan.
La fiesta del Señor Cautivo de Ayabaca es la celebración religiosa más grande del norte del Perú. Por ese motivo el Ministerio de Cultura lo declaró Patrimonio Cultural de la Nación en octubre de 2013.
Juan y sus primos apenas están a la mitad del camino y ya han gastado unos diez pares de sandalias. Son 25 grupos de caminantes que hace dos meses y medio partió de Tacna y a quienes es fácil distinguirlos en la carretera.
Por otra razón que tampoco entenderé el otro año Juan y sus paisanos de nuevo realizarán el mismo recorrido con la única satisfacción de haber puesto a prueba su fe. (EA – RSD Noticias)