Ánforas como negocio electoral
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:33:35 pm
Mientras conciencias leales a sus principios evaluaban y cuestionaban la viabilidad de propuestas en plena campaña, el grueso del universo electoral buscaba algún amigo o contacto influyente detrás del candidato para endosarle el voto a cambio de algún favor que pueda pedirle a futuro, sin importarle para nada la solidez o la inconsistencia de su propuesta.
En suma, y a la luz de los lamentables hechos ya consumados, no se quiso acabar con la corrupción o con el sistema que la mantiene viva. No, la mayoría buscaba continuar con ese modelo de los diezmos y las coimas que instaló César Álvarez y que volvió millonarios de la noche a la mañana a muchas personas allegadas a su gobierno. Se quiso cambiar solo de corrupto y no se puso el empeño para acabar con la corrupción. ¿Por qué? Para tener la misma oportunidad que tuvieron muchos con la corrupción instalada en la gestión anterior. Y en esa incorrecta línea de conducta, se tropezaban, entre ellos mismos, malos periodistas, inescrupulosos empresarios constructores, desleales dirigentes vecinales y hasta esos politiqueros autoproclamados salvadores del pueblo ancashino.
Hoy cargamos con toda la vergüenza que, como pasivo, arrastra esta irresponsable conducta electoral, la misma que, si no hacemos algo ahora, será un mal social recurrente en las próximas elecciones en contra de nuestras aspiraciones como región sedienta de desarrollo.
Las ánforas solo inspirarán negocios nauseabundos entre el elector y el candidato, mientras no haya una verdadera conciencia ciudadana. Y esa condición no te la inculca un discurso politiquero. No, aquella condición se adquiere y se afirma en un hogar bien formado.
¿No va a tener cada ancashino los 500 soles ofrecidos en campaña por Waldo Ríos? ¿No brindan garantía quienes van a ocupar cargos importantes en la región Ancash? ¿Acaso no se sabía que aquello podría suceder y no se advirtió en plena campaña electoral?
El problema es muy grave, atañe a nuestros principios morales. Y la solución no está en las ánforas, está en nosotros mismos y en lo que hagamos por sembrar valores en cada uno de nuestros hogares.
*Director de la revista “La Voz del Pescador”
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