Paz con justicia para la gobernabilidad en Áncash
Creado el Sábado, 29 de Marzo del 2014 05:57:58 pm
Al estilo de las más cruentas dictaduras, se impone la ley del terror, que nos paraliza e inmoviliza, nos ganó el miedo y poco a poco perdemos la capacidad de indignación y asombro convirtiéndose las muertes en frías estadísticas. Se exigen pruebas, demostrar los vínculos que los incriminen, hay expresiones de dolor sobre el asesinato de Ezequiel Nolasco y, para el doctor Luis Arroyo, asesor de Álvarez, todo se traduce a una muerte más. Insólitas resultan las declaraciones del coronel PNP Edgard Aguilar que, abdicando a su rol y función, sale del “incomodo bulto” mencionando: “Si son delincuentes, que se maten entre ellos”; en otras palabras, da licencia para matar. El mundo al revés.
Es decir, quienes están para salvaguardar nuestra integridad, orden y seguridad ven en la muerte la única respuesta a esta crisis, abdican a su rol y esconden la cabeza cual avestruz dejando que el caos se apodere de la región. Qué más evidencias necesitan cuando sabemos que en Áncash en el 2012 se produjeron 45 asesinatos, que se duplicaron al 2013 a 92 muertes, y en el 2014 en menos de cuatro meses tenemos 13 víctimas, indicando las investigaciones periodísticas que el 80% de estos asesinatos fue bajo la modalidad de sicariato.
“La impunidad premia al delito, induce a su repetición y le hace propaganda, estimula al delincuente y contagia su ejemplo”: Eduardo Galeano
Han sido asesinados jueces, fiscales, periodistas, dirigentes gremiales, estudiantes, alcaldes y autoridades regionales; ellos no son delincuentes, pero sí tienen algo en común: fueron críticos al gobierno regional y local y líderes de oposición, ciudadanos con familiares y amigos, profesionales, gente que clamaba justicia y que aportaba a procesos de desarrollo con una visión crítica y plural.
En este escenario se hace necesario fortalecer la respuesta de los (as) ciudadanos (as) sin pausa y con firmeza, que no es violencia, fortalecer procesos que nos lleven al esclarecimiento e investigación sin manipulación y coima de los responsable directos e indirectos de estos asesinatos, dejando atrás actos vergonzosos de corrupción e impunidad. Abogar por la paz, pero no la de los sepulcros, la paz con justicia, aquella que mitigue el dolor de las víctimas de esta violencia política con verdad y sanciones ejemplares.
Son varias las acciones a asumir de inmediato. Ante la clara falta de un liderazgo local, trabajemos por un liderazgo colectivo, recuperemos la solidaridad, sin olvidar las demandas legales en el plano local, nacional e internacional, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Comisionado de Naciones Unidas y tribunales éticos, hasta acciones de presión y movilización ciudadana; sumando, no restando, deponiendo actitudes mezquinas que restan y dividen.
Es hora de demostrar que tenemos mayor capacidad que el crimen organizado y dar una repuesta madura, consistente e inteligente, convirtiendo este problema en una oportunidad; recuperemos la dignidad de nuestros antecesores que con movimientos sociales transformaron dictaduras feroces en democracias pacíficas.
Trabajemos juntos para que en Áncash se supere el caos y la violencia a través de la construcción de una gobernabilidad inclusiva, con gobernantes que miren más allá de sus narices y bolsillos, estadistas con visión de futuro y calidad moral. No se trata de ser buenos y malos, sino de ser justos.
Nunca más vigente que hoy el pensamiento de Nelson Mandela: “Si yo tuviera el tiempo en mis manos haría lo mismo otra vez. Lo mismo que haría cualquier hombre que se atreva a llamarse a sí mismo un hombre”. “La mayor gloria no es caer, sino levantarse siempre”.
*Instituto Natura