LA COLUMNA DEL DÍA | La desastrosa gestión del riesgo de desastres
Creado el Viernes, 16 de Junio del 2023 04:31:37 pm
¿Les ha pasado o ha visto que, cuando hay un temblor, uno se asusta, eleva sus plegarias a Dios y, después, una vez pasado el susto, pasó todo y también se dejan de lado las plegarias? Bien, ahora recuerden: ¿cómo reaccionamos cuando llueve, se inundan las calles, se caen los puentes, etc.? Nosotros, los ciudadanos de a pie, nos asustamos y reclamamos a las autoridades por la falta de prevención, pero solo hasta que se nos olvida y vuelve un nuevo desastre.
En el año 2017, solo un día de intensa lluvia hizo colapsar las calles, las casas, el alcantarillado, los caminos y los puentes, quedando los ciudadanos aislados y desabastecidos. Los damnificados clamaron ayuda, los gobernantes corrieron raudamente a entregarla –sin olvidar su fotito para promocionar que “ayudan” con plata del presupuesto público–, mientras que los ciudadanos y la prensa se indignaron denunciando la falta de una política de prevención de las autoridades, y de allí, nuevamente pasado el susto, también pasó la indignación.
Como reacción, se creó la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios. La denominación de esta institución suponía cambios en la forma de construir. Se anunciaba, por ejemplo, que no se permitiría construir en el cauce de los ríos o en sitios vulnerables. “Decían” que en la costa, donde llovía periódicamente, debía construirse las pistas como en la sierra, con canaletas, o que se debía mejorar los sistemas de alcantarillado para que no colapsen.
Así “decían”, pero la reconstrucción con cambios se caracterizó por no tener cambios; ninguna autoridad regional ni local reclamó; se conformaron con la transferencia de billete para la obra, sin importar qué pase después. Por cierto, tampoco reclamó ningún dirigente, ni candidato, ni nadie. Parece que faltaba llegar un nuevo desastre.
Y este año, nuevamente, ¡un nuevo desastre! Llovió y la historia de colapso de viviendas, de alcantarillado, de aislamiento y lo mismo de siempre… se repitió. Esta vez se puso aún más en evidencia la inoperancia de Sedachimbote, que no se daba abasto para atender las emergencias por el colapso del desagüe, y de Hidrandina, que ni siquiera contestaba y menos reponía el servicio al menos durante una semana. También se repitieron las fotos de las autoridades visitando los puentes y uno hasta ayudando a limpiar; claro que eso duró solo hasta que se tomó la foto.
Tras este último desastre, otra vez apareció la indignación y se reclamó qué hacen las autoridades que no planifican ni invierten en prevención. En este caso, recién se había cambiado de gobernantes y no se les podía hacer responsables de lo ocurrido. Pasó el susto y pasó la indignación, y ya no hubo motivo para tomarse más fotos, ni tocar el tema… porque ya pasó el desastre.
Los especialistas aseguran que, de todas maneras, se producirá el fenómeno de El Niño, y ya sabemos que eso nos traerá alteraciones. Quienes somos adultos, ya sabemos las consecuencias que tendremos que afrontar, pero hasta la fecha nada se ha hecho, nada se ha corregido para enfrentar lo que se viene; parece que otra vez esperamos que ocurra el nuevo desastre para volver a indignarnos y reclamar hasta que pase.
Los desastres naturales son muchas veces imprevisibles, pero sí se puede prever algunos aspectos para mitigar los daños. Sin embargo, a pesar de eso, siempre actuamos igual que como ilustré al inicio cuando hay un fuerte temblor: rezamos hasta que pase el susto.
Así las cosas, no sé si es más desastroso el desastre natural, la desastrosa e irresponsable gestión de los gobernantes, o nuestro el silencio cómplice cuando se nos pasa el susto. ¿Usted qué opina? ¿Exigimos que se ejecute la “prevención” del riesgo de desastres como política pública? ¿O esperamos calladitos hasta que ocurra el nuevo desastre?
* Miguel Arista Cueva es docente y abogado. Consultor, conferencista, especialista en gestión pública, educación y derecho administrativo. Fue director regional de Educación de Áncash y del Colegio de Alto Rendimiento de Cajamarca.