“Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”
Creado el Lunes, 21 de Noviembre del 2011 01:00:33 am
Alguna vez mi madre decía que es hospitalaria con las personas forasteras que visitan el pueblo porque algún buen samaritano auxiliará a sus hijos. Así se desarrolla la solidaridad, el amor. Sin embargo también nuestra cultura “serrana” no acepta los desprecios. Si alguna vez vas a mi tierra, tienes que comer las papas, el cuy, el mote y la cancha si no quieres quedarte con hambre en el futuro.
Todavía no hablo de religión, pero sí de actos que hacen posible lo que “El Rey” o “El reinado de Dios” pretende: hacer que en nuestro mundo reine la justicia y de paz.
Posiblemente te escandalice (eso hace Jesús a menudo) o parezca un reduccionismo afirmar que: todos los hombres creyentes o no creyentes tienen que ser constructores críticos del proyecto salvífico de Cristo. Ambos, creyentes y no, con criterio saben que la misericordia y el amor les reconcilia, edifica, construye, fortalece, anula la soledad, afirma la fidelidad, madura la confianza.
En este sentido sí podemos decir ¡feliz fiesta de Cristo Rey del universo! porque su justicia es aspiración de todos los corazones. A quién no le va a cambiar cuando su maestro, su Rey, es puro corazón, “pura camiseta proencorvados” (hambrientos, desheredados…). La gran fuerza real es el amor al prójimo y el amor a Dios.
Es más, podrías decir que el amor de Dios es tu dueño. Porque se lo descubre donde uno no puede dominarlo. Unos se acercan, “vengan”, otros se alejan, “apártense”; las obras de unos y otros no son más que un símil o espejo de lo que será en el futuro cuando el Rey y Juez venga.
NOTA HISTÓRICA
Jesús de Nazareth afirma ante Pilato que es Rey, pero su reino no es de este mundo. No es una imagen positiva por la carga histórica y descrédito
La Iglesia católica asumió esta asignación a partir del 11 de marzo de 1925, fecha en la que Pío XI instauró la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Fueron tiempos en los que los países europeos alentaban el espíritu fuertemente laicista y la Iglesia católica se sentía acorralada. En España, la denominación de Cristo Rey llegó a derivar en cierto catolicismo patriótico, definitivamente superado.
Para situar esta fiesta es preciso reconducir esa titularidad allí donde radica su razón de ser: en la Cruz de Cristo, en cuya debilidad reside su fuerza salvadora para todos los pueblos y todos los hombres.
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