¡Que venga el ministro del Interior!
Creado el Lunes, 23 de Septiembre del 2013 06:51:59 pm
Los efectos degenerativos de esta enfermedad moral han alcanzado también al Ministerio Público y al Poder Judicial, porque estos han usado los brazos de la justicia no para castigar, sino para dar protección y cubrir con un manto de impunidad a todos los presuntos actos de corrupción que se han denunciado. La Policía Nacional es otra institución del Estado que trasciende desconfianza, ya que se mantiene inoperante ante los 71 asesinatos que han teñido de sangre y cubierto de inseguridad a nuestra población.
Ante este escenario incontrolable donde cunde la ambición por más dinero y más poder, aparece el sicariato como método amedrentador de supremacía. El sicario no actúa por afición, mata por encargo. Tiene una motivación económica y la víctima es quien incomoda al que paga sus servicios. Cuando esta salvaje acción es alentada por corruptos gobernantes que tratan de impedir que fiscalicen, investiguen o denuncien sus actos dolosos o criminales, la población entra entonces en pánico, se siente desprotegida y su labor fiscalizadora pierde fuerza o desaparece, porque sabe que la impunidad será el destino final de los hechos denunciados y que además su vida corre peligro. Los cobardes callan y los inescrupulosos se alían con el poder. Con este siniestro panorama, el mensaje que recibe el ciudadano es claro y muchos quedan convencidos de que es más fácil convivir con la corrupción, que enfrentarla. El consejo es general: no te metas, te puede pasar algo malo.
El sicariato es un efecto, la corrupción es la causa de su aparición. Y el problema no se va a terminar con marchas que en muchos de los casos solo tienen la intención camuflada de oportunistas que buscan mostrar una vitrina electoral, y no la de enfrentar con eficacia a la corrupción.
En Áncash, con su particular y vergonzoso nivel de corrupción que exhibe, sus congresistas no permanecen ajenos a esta mácula y arrastran procesos de investigación o sanciones en su contra por acciones ilegales o incorrectas.
Con estos factores en contra, queda como única opción para la población en su conjunto pedir la inmediata presencia del ministro del Interior en nuestra región para exigir respuesta. ¿Qué hace el Estado ante el alto nivel de inseguridad al que hemos llegado? ¿Cómo están actuando la policía, los fiscales y los jueces ante las constantes denuncias de presunta corrupción instalada en su gobierno regional y sus gobiernos locales? ¿Quiénes están detrás de los 71 asesinatos que han desangrado a nuestra región?
Con los ojos y los oídos puestos en este grave problema, quizá ahora sea el momento preciso para que Wilfredo Pedraza escuche a la fiscal superior Nancy Moreno y al procurador anticorrupción Richard Asmat Urcia y solo así pueda darse cuenta del espectáculo inmundo que presenciamos con el archivamiento de “La Centralita”, el caso Nolasco y muchas otras “perlitas” de la corrupción regional.
César Córdova Ponce
Director de la revista “LA Voz del Pescador”
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