La bahía de Chimbote recibe diariamente 50 toneladas de excremento humano
Creado el Jueves, 24 de Octubre del 2024 10:17:08 pm
El reconocido biólogo pesquero Rómulo Loayza Aguilar, catedrático de la Universidad Nacional del Santa (UNS), expuso la preocupante situación ambiental de la bahía El Ferrol, ubicada en el distrito de Chimbote, región Áncash.
Durante su presentación en el I Foro Nacional “El Ferrol, la bahía que necesita de nuestra ayuda para recuperarse”, Loayza destacó que uno de los principales problemas es la contaminación por residuos domésticos con carga fecal. “A la bahía llegan diariamente alrededor de 50 toneladas de excremento humano, afectando gravemente la salud de los ecosistemas y la población que aún pesca o se baña en el lugar”, señaló.
Recordó que la industria pesquera en Chimbote empezó en 1952 y que ya en la década de 1960 la bahía comenzó a sufrir los impactos. Las fábricas de harina y aceite de pescado vertían efluentes sin tratamiento, compuestos por sanguaza, escamas y aceites, directamente en el mar. Como resultado, se han acumulado hasta 54 millones de metros cúbicos de lodo orgánico en el fondo de la bahía, según estudios del Instituto del Mar del Perú (Imarpe). “Este exceso de materia orgánica genera la muerte de peces y aves, además de afectar la calidad de las playas”, añadió.
Otro foco de contaminación grave proviene de la siderúrgica, que, desde 1954, con Sogesa, también dispuso sus efluentes en la bahía. Esos desechos contenían hierro y metales pesados, como cadmio y plomo, que, al mezclarse con los lodos, ahora forman parte de la cadena alimenticia marina a través del fitoplancton. “La biomagnificación de estos metales pesados representa un riesgo significativo para la fauna marina y para quienes consumen productos extraídos de la bahía”, advirtió Loayza.
El biólogo amplió sobre el impacto de los efluentes domésticos, producto del crecimiento desordenado de la ciudad. La falta de tratamiento de las aguas residuales, que contienen materia fecal, ha contribuido a la degradación de la calidad del agua en la bahía. Este problema es agravado por el viento que arrastra partículas de estos residuos hacia zonas urbanas cercanas, afectando la salud de los habitantes.
Otro problema significativo que enfrenta la bahía es la contaminación por hidrocarburos y residuos sólidos derivados del tráfico marino. Loayza puntualizó que las embarcaciones, tanto grandes como pequeñas, vierten hidrocarburos en la bahía, los cuales contienen compuestos aromáticos que pueden causar cáncer al ser incorporados en las redes tróficas. “A esto se suma la disposición de plásticos, que al descomponerse en microplásticos son consumidos por el zooplancton, afectando toda la cadena alimenticia marina”, alertó.
Los plásticos, degradados por la radiación solar, se confunden con el fitoplancton y son ingeridos por el zooplancton, lo que podría alterar las rutas tróficas de la bahía. Loayza enfatizó que este problema afecta también a las aves marinas, que consumen tecnopor degradado y lo regurgitan a sus crías, comprometiendo la conservación de las especies avícolas.
Loayza también mencionó la erosión como un problema persistente. “En 1943, la bahía tenía 115 metros de playa en bajamar, pero la construcción de fábricas y muelles ha alterado el flujo natural de sedimentos, lo que ha resultado en la pérdida progresiva de playa”, explicó. En respuesta a la erosión, se ha construido enrocado desde 1976, pero el biólogo indicó que esta solución es insuficiente, ya que los enrocados requieren refuerzos constantes y no resuelven el problema de fondo.
Finalmente, Loayza subrayó la necesidad de una gestión pública eficiente para la recuperación de la bahía. Destacó que la toma de decisiones políticas es clave para implementar las soluciones adecuadas y frenar la continua degradación del ecosistema.
(W.C. – RSD Noticias).