Humanizar el gasto público en Áncash
Creado el Lunes, 11 de Febrero del 2013 06:49:02 pm
De poco sirve vivir en una de las regiones más ricas que ocupa un cuarto lugar a nivel nacional en eficiencia en la ejecución de gasto público (que es diferente a calidad del gasto público), si a los recursos que se invierten no se les da un rostro humano y se les direcciona hacia una de las exigencias que más demanda nuestra población: un centro oncológico con tecnología de avanzada.
El poblador ancashino necesita sentir en carne propia esa bonanza económica que se refleja con entusiasmo en cifras frías y cuyos beneficios no le llegan. Es inconcebible que mientras contemplamos con indignación el despilfarro de recursos en veredas recién hechas que se vuelven a levantar para hacer otras nuevas, o cuando observamos plazas y parques que se demuelen para dar paso a otras sin marcada diferencia y en medio de las protestas de los vecinos señalando su escandalosa sobrevaloración y mala calidad, muchos de los que padecen de este terrible flagelo en nuestra región tengan que pasar penurias que se inician desde su desplazamiento a Lima rumbo al Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), hasta afrontar los altos gastos de su estadía y la de sus familiares que lo acompañan, añadidos al alto costo del tratamiento que está obligado a someterse, en un intento desesperado por evitar que el mal se siga propagando por todo su organismo.
A la ausencia de un centro oncológico especializado que incluya el despistaje y la prevención, se suma también la de uno orientado a la atención oftalmológica de alta tecnología, por ejemplo como el que exhibe con orgullo Trujillo (a través de su Instituto Regional Oftalmológico) a pesar de no contar con los recursos envidiables que posee nuestra región, o un centro de microcirugía que permita operaciones de alto riesgo al corazón, cerebro, etc. y que por su carencia en nuestra región condena a daños irreversibles y a graves secuelas a quienes requieran estas intervenciones médicas con urgencia.
Es necesario pues que a 6 años de una gestión plagada de compras sobrevaloradas y obras irregularmente ejecutadas y envueltas en escándalos, denuncias y sospechosos archivamientos del Ministerio Público, el Gobierno Regional de Áncash ponga los ojos y sus recursos en la solución a esta dramática situación que contradice nuestro privilegiado lugar en el ranking de las regiones que cuentan con mayores ingresos económicos por el canon minero.
Satisfacer las demandas de salud, educación y vivienda es darle un rostro humano a la gestión eficiente de un gobierno. Humanicemos el gasto público en nuestra región, para que el poblador sienta en carne propia las cifras alentadoras que solo las festejan quienes festinan con el mal uso de esos recursos destinados a obras de cemento intrascendentes, pero que les rinden mayores réditos políticos traducidos en sus grandes carteles dispersados por toda la región o por el censurable ‘diezmo’ que reciben de las constructoras favorecidas con estas obras.
Es necesario además atraer la atención del presidente Ollanta Humala para que se defina de una vez por todas en el tema de la corrupción de Áncash, para que la bandera de la inclusión social y la lucha frontal contra esta lacra social que enarbola su actual gobierno la haga flamear en nuestra región.
Áncash exige la atención del Estado en sus diferentes estamentos de gobierno: nacional, regional y local, y en esa dirección ya empezaron a darse las primeras clarinadas de organización de su sociedad civil. Hoy más que nunca la unión hará la fuerza.
César Córdova Ponce
Periodista, director de la revista La Voz del Pescador
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