Estaba muerto y resucito
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:25:36 pm
Los discípulos, después de la muerte de Jesús, dudaban de la promesa de Dios de permanecer con ellos hasta la eternidad, a pesar de haber compartido con él experiencias sobrenaturales y maravillosas como los milagros. Pero por la falta de evidencias concretas, se adelantaron a afirmar “se han llevado del sepulcro al señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
En estos tiempos tan difíciles, la fe se debilita; sin embargo, las pequeñas muestras de la existencia de Dios como los amigos, la familia y la vida misma, animan esa esperanza de saber que hay alguien que orienta nuestros pasos.
El creer es una decisión personal que implica ser testimonio viviente de ese Jesús que venció a la muerte y llenó de esperanza a la humanidad.
El había de resucitar de entre los muertos y vive en cada corazón que elige aceptarlo y creer.
Los discípulos y María Magdalena corrieron hacia el sepulcro buscando entre los muertos a aquel que estaba vivo.
Morimos cuando se secan nuestras esperanzas, cuando dejamos de creer, cuando renunciamos a nuestros ideales, cuando destruimos nuestra vida con vicios, esas también son maneras de morir. Pero tenemos un Dios que no quiere el fin de nuestra existencia, sino que nos ofrece una oportunidad de resucitar, de volver a la vida aun cuando creemos estar muertos, Jesús nos devuelve la esperanza nos restablece, renueva, nos impulsa, nos anima. Igual en nuestra comunidad basta el impulso de uno entre tantos para poder resucitar y suscitar un cambio que luego arrastre a los demás.
Es tiempo de descubrir en Dios el impulso de su energía llena de amor que renueva.
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