¿Estamos listos para la construcción de un nuevo Perú?
Creado el Miércoles, 27 de Julio del 2016 10:26:37 am | Modificado el 06/10/2021 01:29:19 pm
La Independencia cuyo Bicentenario estamos a punto de celebrar, tuvo como protagonista a un pueblo liderado por hombres íntegros y honestos, patriotas, que hicieron de sus vidas una ofrenda por la libertad. Constituyen para nosotros un modelo, un espejo donde poder mirarnos.
La patria mestiza, que emerge gloriosa en 1821, nos presenta aún hoy un rostro destrozado por la pobreza, el desempleo, la violencia y la corrupción. Descendientes de aquellos hombres y mujeres valerosos, no tienen hoy un puesto en la mesa de la vida y de la dignidad.
Fiestas Patrias constituyen un momento privilegiado para hacer un colectivo examen de conciencia y ver, si como pueblo, estamos capacitados para enfrentar los retos del presente y si tenemos las reservas de solidaridad y de entrega para la construcción de un nuevo Perú.
Podríamos preguntarnos: por encima de los gestos histriónicos y demagógicos; más allá de los desfiles y la parafernalia, de las grandes y sonoras palabras: ¿de verdad tenemos textura moral, entereza, capacidad de sacrificio y resolución para revertir el curso del Perú?
Con un criterio verdaderamente perverso ¿no actúan muchos peruanos sin la más mínima responsabilidad en campos que afectan al desarrollo de los pueblos? ¿ No se piensa que la cosa pública ha devenido un auténtico negocio, que no ha de ser desaprovechado?
Aquí hay una tumoración que amenaza con invadir, como metástasis, la conciencia nacional. No necesita, pues, el Perú un espíritu ético renovado, una moral alternativa? El Espíritu de Dios, que espíritu de verdad, de libertad y de amor pone ante nuestros ojos en estas Fiestas Patrias, una tarea ardua e ingente.
¿Tiene porvenir un país que cree en Cristo, pero está impregnado interiormente por sensibilidad moral incompatible con el Evangelio y con la doctrina de su Iglesia?
Las Fiestas Patrias, queridos hermanos, son y así han de ser vividas desde la fe, una gracia especial y un reclamo particular para que, a lo largo del año, vayamos haciendo un recorrido de la "carne al Espíritu"
En el combate diario, el Espíritu Santo está junto a nosotros para llevarnos de la ambigüedad a la definición, de la tibieza al fervor, del cálculo a la generosidad, de la esclavitud a la libertad. El imprimirá a nuestras vidas el vigor libertador y salvador que nos es necesario.