César Álvarez y Luis Arroyo: crímenes en el nombre del ‘diezmo’
Creado el Domingo, 18 de Mayo del 2014 04:18:14 am
En primer lugar es importante precisar que la autoría mediata es una figura jurídica que define como responsable de un crimen a aquel que utiliza a otras personas como instrumento para llevarlo a cabo. Fue planteada en 1963 por el jurista alemán Claus Roxin y propone sancionar al “autor detrás del autor” o a quienes tienen el “dominio del hecho”. Algunas condenas por “autoría mediata” en el Perú son las que recibieron, por ejemplo, el líder y fundador del grupo terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, y el expresidente Alberto Fujimori.
Dicho esto, el fiscal Manuel Castro Sánchez, a cargo de la investigación del crimen de Nolasco, indagó también sobre otros crímenes relacionados directa o indirectamente con aquel. Con los resultados preliminares, al contextualizar los hechos, el argumento de la “autoría mediata” de Álvarez y Arroyo cobra sustento.
Así, sobre la base de información dada por varios testigos y colaboradores, aunada a documentos recopilados en el curso de la investigación preliminar, el fiscal sostiene que en Áncash existe una organización criminal conformada por altas autoridades del Gobierno Regional, algunos miembros de la Policía Nacional, integrantes del Sindicato de Trabajadores de Construcción Civil y sicarios, quienes implantaron una política al margen de la ley para obtener beneficios económicos gracias al manejo de inmensas cantidades de dinero del erario público. Álvarez es el líder de la organización y Arroyo, uno de los cabecillas.
Por su parte, el juez del Tercer Juzgado Penal Nacional, Marco Aurelio Tejada Ortiz, al valorar los argumentos del fiscal, señala en sus conclusiones que el móvil de los asesinatos de esta organización era el control de las licitaciones de obras públicas del Gobierno Regional de Áncash y la Municipalidad Provincial del Santa, entre el 2010 y 2014, con el propósito de obtener ganancias pecuniarias a través de los ‘diezmos’, es decir, el 10% del valor de una licitación, montos que se recibían antes de la entrega de la buena pro. Pero, aparte del asesinato de Nolasco, ¿qué otros más perpetraron?
SÁNCHEZ MILLA: LO MATARON POR LOS 840 MILLONES CON LA OEI
A José Luis Sánchez Milla supuestamente lo mataron delincuentes comunes durante un asalto en Trujillo en julio de 2010, cuando se desempeñaba como presidente interino en reemplazo de Álvarez, pues este había pedido licencia para postular a la reelección. En pleno viaje de regreso a Chimbote a bordo de una camioneta oficial del Gobierno Regional de Áncash (GRA), Sánchez Milla tuvo que parar porque desconocidos habían arrojado ‘aletas de tiburón’ a la carretera, provocando que se pincharan las llantas. Fue en esas circunstancias que encontró la muerte. Sin embargo, aquello no fue el resultado de un robo, sino –al parecer– de una acción premeditada, maquinada desde Chimbote.
Uno de los colaboradores eficaces de la fiscalía reveló que dos o tres días antes del crimen, Álvarez, reunido en su casa de la urbanización Laderas del Norte con Juan Calderón Altamirano (sí, el actual candidato a la presidencia de Áncash que por aquel tiempo era allegado a líder de los ‘comandos’), mandó llamar al suboficial PNP Hugo Mayo Cortez, guardaespaldas de Sánchez Milla. El mensaje que Álvarez le dio al policía fue que no acompañara al presidente interino en un viaje que iba a realizar “porque se lo iban a tirar”, es decir, a matar. Y, en efecto, el policía Mayo no lo acompañó. El día que lo mataron, Sánchez Milla no tenía guardaespaldas.
En tanto, un testigo aseguró que, tras el hecho de sangre, Mayo y Juan Calderón viajaron a Trujillo con la misión de “desvirtuar la verdad de los hechos, haciendo ver que el crimen se produjo como consecuencia de un robo”.
Otro testigo añadió que, después del asesinato de Sánchez Milla, Mayo viajó a Trujillo por orden de Álvarez “con la finalidad de traerse las llantas de la camioneta en la que se desplazó el victimado con la finalidad de alterarla y modificarla para desviar la verdad de los hechos”.
A Sánchez Milla lo mataron porque no estaba de acuerdo con el convenio que Álvarez, antes de dejar la presidencia por licencia, había suscrito con la OEI para la licitación de obras por 840 millones de soles. Había descubierto irregularidades y su intención era anularlo.
Un testigo más señaló que el único beneficiado con la muerte de Sánchez Milla era Álvarez y que, ni bien lo mataron, el gerente del GRA, Hernán Molina Trujillo, junto con otros funcionarios, irrumpieron en la oficina del presidente interino asesinado y sustrajeron los documentos relacionados con el paquete de obras por 840 millones de soles.
ATENTADO CONTRA NOLASCO Y LA FORMACIÓN DEL “GRUPO ÉLITE DE SICARIOS”
Aunque la historia del primer atentado que sufrió Nolasco en el 2010 es bastante conocida, varios testigos y colaboradores de la fiscalía revelaron nuevos detalles que comprometen a otros miembros de la red delictiva, empezando por César Álvarez, quien nunca fue procesado por aquel episodio en el que mataron al hijo político del entonces consejero regional, pese a que este –baleado y postrado en una camilla en dirección al hospital– había sindicado como responsable a “la bestia”.
Un testigo asegura lo siguiente: antes del atentado, tras un enfrentamiento con Nolasco, Víctor López Padilla y Modesto Mondragón Becerra alardearon que “estaban con el poder” y anunciaron que “muerto el perro, muerta la rabia”. Entonces se fueron a hablar con Álvarez y Luis Arroyo Rojas. Los abordaron en la Diócesis de Chimbote, y de allí se dirigieron a “La Centralita”, en la urbanización La Caleta. Y planearon el primer atentado.
Álvarez se mostró interesado, ya que tenía con Nolasco el problema del paquete de obras por más de 800 millones de soles. (Otro testigo resalta el hecho de que Nolasco tenía la posibilidad de asumir la presidencia regional tras la muerte de Sánchez Milla). Entonces, encargó a Arroyo la misión de eliminar al consejero.
Arroyo, que por aquel entonces era gerente de la Subregión Pacífico, “contrató” a Rubén Moreno Olivo, “Goro”, y a Jaime Alexander Sánchez Cachay, “Piolín”, quienes se desempeñaban como sus ‘chalecos’. Estos, a su vez, contactaron a Arnaldo Ordinola Muñoz, “Nayo”; Alexis José Reyes Camones, “Loco Alexis”, y Edison Iván Torres Corso, “Chilipino”, quienes cobraron 40 mil soles por el “trabajo”.
Otro testigo hace la siguiente revelación: al planear el atentado, Álvarez y Arroyo, reunidos con López Padilla, Mondragón y Moisés Pretell Pereda, acordaron conformar un “grupo élite de sicarios” a favor de su organización. Álvarez designó a López Padilla y a Mondragón para que se encarguen de reclutarlos, y en ese interín llegaron a reunirse dos veces con José Barrenechea Berna, un sujeto “respetado en Chimbote por sus vínculos con los sicarios”, para que aceptara la propuesta de comandar el “grupo de élite”, pero se negó. “Cuídate –le dijeron–, porque puedes perder la vida”, mientras que el hermano de Víctor López Padilla, Rafael, desde el asiento posterior del carro donde se encontraba, le mostraba un fusil AKM y el policía Willmer Ceferino Vargas Llumpor, “Varguitas”, le decía que tenían más armas de largo alcance, granadas y otros instrumentos bélicos.
Cinco días antes del atentado, López Padilla, Mondragón y un sujeto conocido como “Tomas” acordaron una reunión en el local del sindicato de construcción civil para finiquitar los detalles del crimen, pero primero coordinaron con Álvarez en “La Centralita”.
Hay otro testigo que corrobora lo manifestado por los anteriores, y agrega. “Nolasco tenía conocimiento de los actos ilícitos, cobros indebidos (‘diezmos’ por las obras), convirtiéndose en el principal opositor de la gestión regional”.
Un testigo más precisa que, antes del atentado, “Nayo” y “Piolín” estuvieron en la vivienda de Hilda Saldarriaga Bracamonte, “Mama”, donde se disfrazaron de policías y, portando armas de fuego, se dirigieron luego a ejecutar el crimen.
Y otro testigo implica a Manuel Alberto Palacios Flores, guardaespaldas de Arroyo, y al policía Ricardo Patiño Marmanillo, quienes antes del atentado ultimaron detalles en el rancho de Hilda Sadarriaga, conviviente de “Nayo”. Palacios Flores y “Goro” eran los que coordinaban telefónicamente con Arroyo, quien a su vez informaba los pormenores a Álvarez.
Estos testimonios concuerdan con la declaración de un colaborador eficaz, quien refiere que para quitar a Nolasco el control de construcción civil, en enero de 2010 Luis Arroyo, en su condición de gerente de la Subregión Pacífico, firmó un convenio con el sindicato de López Padilla, favoreciendo con cupos de trabajo en las obras a los obreros que estaban a favor de este dirigente y de los intereses de la organización criminal, retirando a los opositores y contando con el apoyo de los delincuentes “Goro”, “Piolín” y “Chilipino”, quienes eran la fuerza de choque y brazo armado de construcción civil, y trataban directamente con Álvarez y Arroyo.
El 20 de julio de 2010, en horas de la noche, dos sujetos vestidos de policía irrumpieron en el domicilio de Nolasco, arremetieron a balazos contra él, pero no pudieron acabar con su vida. Terminaron matando a su hijo, que había salido en su defensa.
Luego del atentado –dice el colaborador eficaz–, Álvarez y Arroyo hicieron correr el rumor de que había sido por un lío de faldas, con el propósito de confundir a la opinión pública y que el hecho quedara impune en los órganos de justicia, que por ese entonces estaban bajo el control de Álvarez.
Posteriormente hubo otros intentos para acabar con Nolasco, que eran disfrazados como enfrentamientos entre facciones de construcción civil. Cierta vez se armó una bronca frente a la casa del exconsejero, y se había designado a los delincuentes “Pelele”, “Pichón” y “Junior” para aprovechar la confusión y matarlo. López Padilla se retiró del lugar a bordo de su camioneta KIA negra, junto a sus guardaespaldas “Varguitas”, “Siguaraña” y el civil Vilela para no verse involucrado. Pero a Nolasco no lo pudieron matar.
“LA MAMA”: LA SILENCIARON PORQUE LE PEDÍA PLATA AL ALCALDE
El asesinato de Sánchez Milla y el atentado contra Nolasco fueron los dos hechos criminales más resaltantes ejecutados inicialmente por esta organización en julio de 2010. La fiscalía explica que la razón fue el paquete de obras por 840 millones de soles (que debía licitar la OEI) y por el que Álvarez cobró un ‘diezmo’ (10% del monto señalado). Sánchez Milla y Nolasco Campos estaban en contra. Fue el inicio en Áncash de una política al margen de la ley con la finalidad de silenciar y/o eliminar a los opositores, sostiene la fiscalía. Luego siguieron otros crímenes, como el de Hilda Saldarriaga Bracamonte, “La Mama”.
A la conviviente del delincuente “Nayo” la mataron a balazos en el interior de su rancho de la invasión Tahuantinsuyo. Ella era una testigo clave del atentado contra Nolasco. Su testimonio inicial fue fundamental para que el grupo policial que investigó el caso identificara a la mayoría de involucrados. Aunque tiempo después esta mujer se desdijo.
Existen audios y videos mostrados en vida por Nolasco que prueban que “La Mama” le pedía dinero a Luis Arroyo Rojas, que por aquel tiempo ya era alcalde de la Municipalidad Provincial del Santa. Ahora existe también el testimonio de un colaborador eficaz de la Fiscalía Especializada en Criminalidad Organizada que lo corrobora.
El colaborador narró que, para “guardar silencio”, Hilda Saldarriaga comenzó a pedirle dinero con frecuencia al alcalde. Por eso Rubén Moreno Olivo, “Goro”, (‘chaleco’ de Arroyo) mandó a que su sicario Jorge Luis Loloy Valencia, “Chino Malca”, la “silenciara”.
Entonces “Chino Malca” encomendó a unos sicarios que tenía bajo su control para que ejecuten el crimen, el cual se concretó el 11 de julio de 2013.
JORGE BOYASKY: DEL “CIELO AZUL” A LA OSCURIDAD DE “EL ZANJÓN”
Hagamos memoria: a Jorge Boyaski Paredes, un exdelincuente rankeado que estuvo preso en varios penales del país, lo mataron de tres balazos la noche del domingo 24 de abril de 2011, minutos después de haber estado bebiendo cerveza en la peña “Cielo Azul” acompañado de dos mujeres: Elvira Ayala Vega, “Elvira”, y Leslie Robles Ríos, “La Gata”. Ambas lograron convencerlo de salir del local a bordo de un taxi conducido por Carlos Reynaldo Pacheco Saldaña. Luego, a la altura de “El zanjón” de Magdalena Nueva, unos sicarios lo acribillaron.
Boyaski había salido apenas 8 meses antes de prisión y se dedicaba a ‘chalequear’ obras. Y luego de ser parte del grupo cercano a los ‘comandos’ de Cuenta Conmigo, se convirtió en crítico de la gestión de Álvarez e incluso realizó viajes para verificar obras mal ejecutadas por el GRA, las cuales filmaba. Sus vídeos llegaron a ser emitidos por un canal de televisión local. Todo esto está registrado en las crónicas periodísticas de la época. Pero lo que no se sabía es lo que sigue a continuación.
Según un testigo de la Fiscalía Especializada en Criminalidad Organizada, el asesinato fue planeado por los dirigentes de construcción civil Víctor López Padilla y Modesto Mondragón Becerra, amparados en el poder que tenían gracias al presidente regional César Álvarez. Agrega que “La Gata” era “la amante” de Modesto Mondragón, y ella junto a “Elvira” se prestaron para ‘centrar’ a Boyaski y facilitar su eliminación.
Por su parte, un colaborador eficaz detalló que el día del crimen López Padilla se desplazaba en una camioneta KIA negra, facilitada por una empresa constructora, junto a sus guardaespaldas habituales, los suboficiales PNP Willmer Ceferino Vargas Llumpor, “Varguitas; César Augusto Siguas Gonzales, “Siguaraña”, y Jeancarlos Miguel Escribano Calderón, “Escribano”, además de los civiles Juan Ignacio Vilela García y otro de apellido Aguilar. Ellos lo ‘chalequeaban’ todos los días. Los efectivos nunca concurrían a sus centros de labores para ejercer unciones como policías”.
En esas circunstancias, el dirigente de construcción civil recibió una llamada a su nextel del delincuente Edwin Cleiser Fajardo Pittman, “Chelele”, informándole que Boyaski se encontraba bebiendo licor en la peña “Cielo Azul”.
Boyaski era un estorbo para los intereses de López Padilla y meses antes ya se habían enfrentado a balazos. El colaborador explica que el primero no permitía al sindicato del segundo controlar las obras que se ejecutaban en su zona, la urbanización 21 de Abril, donde tenía el manejo y un gremio de construcción. Además, Boyaski “se enfrentaba” (hacía denuncias) contra Álvarez y Arroyo.
Tras recibir la información de “Chelele”, López Padilla llamó a “La Gata”, le dio la ubicación de Boyaski y luego coordinó con “Chelele”. Más tarde, en un taxi, “La Gata” sacaba con engaños a Boyaski del “Cielo Azul” y lo llevaba a la oscuridad de “El zanjón”, su último destino.
Una semana después, López Padilla bebía cerveza con sus guardaespaldas “Varguitas”, “Escribano” y “Siguaraña”, además de “Vilela” y “Aguilar”, y, en medio de su embriaguez, se ufanaba de haber sido él quien había ordenado que asesinaran a Boyaski. “Por creerse pendejo”, vociferaba.
LÓPEZ PADILLA Y “LOS PATECOS”: EL CRIMEN DE “LONCHERA”
Corrían los primeros meses de 2012 y en la urbanización 21 de Abril se ejecutaba la obra del colegio Julio C. Tello, a cargo del consorcio de mismo nombre. Un testigo cuenta que los delincuentes Jhonny Boyaski, hermano del asesinado Jorge Boyaski, y Hugo Efrén Mendoza Martínez, “Lonchera”, se oponían a que López Padilla ingresara a la zona a manejar la bolsa de trabajo para favorecer a su sindicato, pues ambos querían controlar los cupos para que los pobladores de la zona participaran en la obra.
Se suscitaron problemas, por lo que el consorcio decide subcontratar los servicios de la constructora Monlo SAC, la cual tenía como gerenta a Yeni Lisseth López Guerrero, la hija de 23 años de López Padilla. Entonces en el 21 de Abril se produjeron enfrentamientos violentos por el control de la obra.
El testigo advierte que, al notar que Boyaski y “Lonchera” eran los principales opositores, deciden eliminar a este último. El “trabajo” se lo encargan a Eric Henry Cruz Alejos, “Papaya”, quien a su vez contacta a Héctor Alaín Flores Gamboa, “Lágrima”, ambos miembros de la banda criminal “Los Patecos”.
El crimen se ejecutó en mayo de 2012. “Lonchera” fue asesinado a balazos en la puerta de su casa. Meses después “Lágrima” pagó el crimen con su vida.
En este punto es importante referir que “Los Patecos” es una banda peligrosa de Chimbote que venía operando impunemente. Ahora queda claro por qué.
CRIMEN DE NOLASCO: UN ENCUENTRO FATAL EN HUACHO
Tras varios intentos fallidos, al exconsejero regional de Áncash, Ezequiel Nolasco Campos, lo mataron en Huacho el 14 de marzo a las 11.45 de la noche en el interior de la bodega “Centenario”. Un sujeto le disparó varios balazos y luego huyó en una mototaxi conducida por otro sujeto. Eso se sabía. Pero lo que se desconocía hasta ahora era que sus verdugos descubrieron a Nolasco en esa ciudad una hora y media antes de manera casual.
En efecto, la investigación policial determinó que los sicarios que ejecutaron el crimen estaban acantonados en Huacho, “contratados” por Juan Manuel Garay Obregón, de 38 años, alias “Huachanito”, para cobrar venganza contra los integrantes de la banda delincuencial “Los Malditos de Santa María” por un robo seguido de violación sexual que sufrieron su pareja sentimental y su hija.
Ellos son Jorge Luis Loloy Valencia o Jorge Luis Malca Valdivia, alias “Chino Malca”; Jhonny Rómulo Saavedra Acosta, “Jhonny”; Cristhian Joel Cruzate Pereda, “Byron” o “Colombiano”; Jhonn Henry Sánchez Varilla, “Vicho”, “Jefry” o “Matarife”, y un sujeto conocido como “Cañita”.
Estos sicarios fueron autores de la desaparición de Enrique Landa La Rosa, de 47 años, alias Chacuero”, el 30 de mayo de 2013; del asesinato de Miguel Alexander Bernal Laytén, de 24 años, “Negro Chane”, el 23 de febrero de 2014; y del triple homicidio de José Luis La Rosa Santos, de 30 años, “Pepe”; Miguel Ángel Roldán Flores, de 24 años, “Micky”, y Robert Mauro Mejía Bustamante, victimados el 21 de marzo de 2014.
En ese interín, estando acantonados en Huacho, el 14 de marzo a las 10.10 de la noche ubicaron circunstancialmente a Nolasco en las inmediaciones del óvalo de esa ciudad. Estos delincuentes, que tenían a Nolasco como un objetivo permanente en Chimbote, al reconocerlo se comunicaron telefónicamente con Rubén Moreno Olivo, “Goro”. Después de coordinar y pactar el precio, planificaron y ejecutaron su muerte. Lo hicieron una hora y media después. Exactamente a las 11.45 de la noche. (Walter Castro – RSD Noticias).
Lea aquí la resolución judicial completa.
Foto: Chimbote en Línea