Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:27:56 pm

pero él necesita de la voluntad del hombre para sobreponerse a las dificultades, reflexiona el sacerdote Carlos Doza Medina.
La naturaleza de Dios es la misericordia y amor, puede calmarnos y ofrecernos un nuevo camino para seguir y, reconciliarnos con la familia y la comunidad. Sin embargo, Dios espera que nos acerquemos con la humildad del leproso, de la mujer samaritana, con la sencillez del hombre de mar y le pidamos una nueva oportunidad para vivir mejor.
Jesús rompe las barreras y se acerca al hombre tal cual es, con todos sus defectos y faltas, para curar sus heridas y permitirle una nueva posibilidad de vida. Todos los días cometemos una falta, a veces por una reacción apresurada, o por situaciones de momento; pero ello no debe alejarnos de la justicia y la misericordia para con el prójimo.
Cada día se presentan situaciones en las que debemos decidir qué hacer frente a un hecho, y también tenemos la libertad para elegir la mejor manera de solucionar un problema. Se puede sentir el cansancio, pero no debe limitarnos a vivir en un círculo vicioso.
“La lepra se le quitó, y quedó limpio”, dice Marcos al hablarnos de la condición de un hombre que padecía por la lepra que cubría su cuerpo y que lo volvía indigno para la sociedad judía de ese entonces. Jesús lo cura y le restituye su dignidad como persona y ciudadano. En ese gesto de misericordia consiste la vida en comunidad, en la que cada uno de nosotros responde con bondad ante una necesidad del prójimo.

Escucha el audio del informe de la semana:

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