San Eleuterio, Papa
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:25:24 pm
De Rossi, es cierto, data el martirio de Santa Cecilia hacia finales del reinado de este emperador; esta fecha, sin embargo, no es cierta de ninguna manera. Durante el reinado de Cómodo (180-192) los cristianos disfrutaron de una paz inalterada, aunque el martirio de San Apolonio de Roma sucedió en ese tiempo (180-185). La herejía montanista, que se originó en Asia Menor, se abrió paso hacia Roma y Galia en la segunda mitad del siglo II, más particularmente durante el papado de Eleuterio; su naturaleza peculiar hizo difícil tomar desde el principio una posición contra él. Durante la violenta persecución en Lyons en 177 los confesores escribieron desde la prisión a los hermanos asiáticos y frigios, también al Papa Eleuterio, sobre el nuevo movimiento. El portador de su carta al Papa fue el presbítero Ireneo, muy poco después Obispo de Lyons. Surge de las declaraciones de Eusebio de Cesarea respecto de estas cartas que los fieles de Lyons, aunque opuestos a los montanistas, abogaban por tolerancia y suplicaban que se preservara la unidad eclesiástica.No se sabe ciertamente en qué momento exacto la Iglesia Romana tomó su posición definitiva contra el montanismo. Parecería, de los relatos de Tertuliano (Contra Praxeas 1) que un obispo romano le dirigió alguna vez algunas cartas conciliatorias a los montanistas, pero estas cartas, dice Tertuliano, fueron revocadas. Él probablemente se refiere al Papa Eleuterio, quien vaciló mucho, pero después de un estudio cuidadoso y concienzudo de la situación, se supone que se declaró contra los montanistas. En Roma los heréticos gnósticos y marcionitas continuaron propagando sus falsas doctrinas. El “Liber Pontificalis” le atribuye al Papa Eleuterio el decreto de que los cristianos no despreciaran ninguna clase de comida (Et hoc iterum firmavit ut nulla esca a Christianis repudiaretur, maxime fidelibus, quod Deus creavit, quæ tamen rationalis et humana est). Posiblemente él emitió este decreto contra los gnósticos y montanistas; es también posible que bajo su propia responsabilidad el escritor del “Liber Pontificalis” le atribuyera a este Papa un decreto similar en boga cerca del año 500.
El mismo escritor es responsable de una afirmación curiosa e interesante relativa a la actividad misionera temprana de la Iglesia Romana; ciertamente, el “Liber Pontificalis” no contiene otra declaración igualmente notable. El Papa Eleuterio, dice el escritor, recibió de Lucio, un rey británico, una carta en la cual este último declaraba que por su mandato él deseaba ser cristiano (Hic accepit epistula a Lucio Brittanio rege, ut Christianus efficerentur per ejus mandatum). Es imposible decir de dónde el autor del “Liber Pontificalis” obtuvo esta información. Históricamente hablando, el hecho es muy improbable, y es rechazado por todos los críticos modernos. Para fines del siglo II la administración romana estaba tan seguramente establecida en Bretaña, que no pudo haber habido en la isla ningunos reyes nativos reales. Que algún jefe tribal, conocido como rey, pudo haber solicitado al obispo romano instrucción sobre la fe cristiana parece suficientemente improbable en esa época. La infundada declaración del “Liber Pontificalis”, una compilación de biografías papales que en su forma más temprana no puede ser anterior al primer cuarto del siglo VI, no es suficiente base para la aceptación de esta aseveración. Para hacer esto más claro ellos localizan el origen de la leyenda en el transcurso del siglo VII, durante las disensiones entre la primitiva Iglesia Británica y la Iglesia Anglosajona recientemente establecida desde Roma. Pero falta toda la prueba para esta hipótesis. Se cae ante el simple hecho de que la primera parte del “Liber Pontificalis” fue compilada mucho antes de dichas disensiones, más probablemente (Duchesne) por un clérigo romano durante el reinado del Papa Bonifacio II (530-532), o (Waits y Mommsen) temprano en el siglo VII.
Además, durante todo el conflicto que se centró alrededor de las costumbres peculiares de la Iglesia Británica antigua nunca se hizo referencia al alegado rey Lucio. San Beda es el primer escritor inglés (673-735) que mencionó la historia repetidamente (Hist. Eccl., I, V; V, 24, De temporum ratione, ad an. 161), y la tomó, no de fuentes nativas, sino del “Liber Pontificalis”. Harnack sugiere una teoría más plausible (Sitzungsberichte der Berliner Akademie, 1904, I, 906-916). Él afirma que en el documento del cual el compilador del “Liber Pontificalis” obtuvo su información el nombre hallado no fue Britanio, sino Britio. Ahora ése es el nombre (Birtha- Britium) de la Fortaleza de Edesa. El rey en cuestión es, por lo tanto, Lucius Ælius Septimus Megas Abgar IX, de Edesa, un rey cristiano, como se sabe muy bien. La declaración original del “Liber Pontificalis” en esta hipótesis no tenía nada que ver con Bretaña. La referencia era a Abgar IX de Edesa. Pero el compilador del “Liber Pontificalis” cambió Britio a Brittanio, y de este modo convirtió al rey sirio Lucio un rey británico.
La “Historia Brittonum” del siglo IX ve en Lucio una traducción del nombre céltico Llever Maur (Gran Luz), dice que los enviados de Lucio eran Fagan y Wervan, y nos dice que junto con este rey fueron bautizados todos los demás reyes isleños (reguli Britanniæ) (Hist. Brittonum, XVIII). Crónicas del siglo XIII añaden otros detalles. El “Liber Landavensis”, por ejemplo (ed. Rees, 26,65), da a conocer los nombres de Elfan y Medwy, los enviados de Lucio ante el Papa, y transfieren los dominios del rey a Wales. Un eco de esta leyenda penetró aun hasta Suiza. En una homilía predicada en Chur y conservada en un manuscrito del siglo VIII o IX, San Timoteo es representado como un apóstol de Galia, de donde él vino a Bretaña y bautizó allí al llamado rey Lucio, quien se convirtió en misionero, fue a Galia, y finalmente se estableció en Chur, donde predicó el Evangelio con gran éxito. De este modo Lucio, el antiguo misionero del distrito suizo de Chur, se llegó a identificar con el alegado rey británico del “Liber Pontificalis”. Esta última obra es autoridad para la declaración de que Eleuterio murió el 24 de mayo, y fue enterrado en la Colina del Vaticano (in Vaticano) cerca del cuerpo de San Pedro. Su fiesta se celebra el 26 de mayo.
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