LA COLUMNA DEL DÍA | Situación de las mujeres en la pandemia
Creado el Viernes, 22 de Mayo del 2020 12:42:55 am
La irrupción de los cambios en la convivencia social ha afectado la capacidad del Estado, en tanto ha problematizado los activos sociales, como a su vez ha desnudado una falsa perspectiva de desarrollo. El aprendizaje más importante a la fecha de hoy viene desglosado entre la equivocada expectativa al convencernos que el crecimiento económico era consecuente con el desarrollo de nuestro país. De hecho, hoy son expuestos grupos en especial situación de vulnerabilidad, precisamente, porque las garantías de bienestar no están aseguradas.
Para comprender por qué el Estado interviene de manera distinta ante la categoría de vulnerable o no, debemos partir de la premisa donde cualquier política, plan o programa tiene por objetivo reducir las desigualdades y mejorar la calidad de vida, entendiendo que hay grupos sociales más afectados que otros. Entonces, ¿por qué la pandemia afecta de manera particular a las mujeres? En principio porque hay males preexistentes que actualmente se dinamizan más rápido y, en segundo lugar, por la incidencia que tiene la vida social, cultural y económica de las mujeres en nuestro país.
Tal es el caso del cuidado del hogar y su relación con el trabajo doméstico. Históricamente la actividad doméstica ha sido delegada a la servidumbre y, no en menor medida, a las mujeres. Una reciente publicación del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) reveló que un 34.7% de los hogares están encabezados por mujeres. Hoy es necesario reconocer ese trabajo con una remuneración y sus beneficios sociales; de no ser así, se precariza su realidad, haciendo inviable una contribución económica y de sostén al núcleo familiar. Producto de esta característica, hay ciertas actividades íntimamente ligadas al cuidado del hogar: la tensión familiar, la ausencia de trabajo, la incertidumbre sobre lo que pasará y, específicamente, la sobrecarga laboral (a consecuencia de un mayor tiempo en casa). Cada una de ellas afecta el estado emocional de las mujeres. No menos comentable resultan los riesgos a los que se exponen por hacer las compras en casa, tarea que culturalmente heredamos y reproducimos sin opción a ruptura.
Por otro lado, según el Observatorio del Ministerio Público sobre la situación de violencia que viven, niñas, niños y mujeres, “entre el 16 de marzo y el 19 de abril se han registrado 3060 personas detenidas por agresiones y lesiones graves por violencia contra las mujeres e integrantes del grupo familiar, 285 violaciones sexuales, 6 feminicidios y 12 feminicidios en grado de tentativa”.
Los datos de violencia hacia las mujeres son solo el resultado de una jerarquía que, en su fin último, encuentra en la fuerza la única arma legítima para ejercer una autoridad vertical cuyo origen recae en el machismo, la escasa presión efectiva y pública para los hombres y un diseño estructural de poca movilización social. Estos problemas corrientes siempre estuvieron ligados a la ineficiencia del Estado y sus malos diagnósticos. ¿Si en condiciones ordinarias la realidad era difícil, hoy no es más volátil la protección de las mujeres, sabiendo que en el confinamiento conviven con ese potencial agresor y las razones de cuidado o atención no se pueden asegurar? ¿No es un riesgo para ellas si se sabe que el 60% de los feminicidios ocurren en el hogar? ¿Acaso no somos conscientes que un 54% de los casos de violaciones sexuales se relacionan directamente con algún miembro del grupo familiar?
Las normas de convivencia deben cambiar para evitar la normalidad y lograr algo mejor.
*Diego Mendoza Franco es ingeniero industrial, egresado del Programa de Gobernabilidad, Gerencia Política y Gestión Pública de la PUCP y el CAF, coordinador del Círculo de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos Aleph, promotor de los ODS por el Senado de Buenos Aires, Parlamentario Joven Nacional y activista social.
Foto: Difusión