LA COLUMNA DEL DÍA | Maestro, ¿qué hiciste con lo que se te dio?
Creado el Viernes, 26 de Mayo del 2023 03:46:32 pm
Hoy volvemos a hablar de Educación. Ha culminado el primer bimestre y quiero, a riesgo de herir sensibilidades, tomar la conocida parábola de los talentos expuesta en el evangelio de Mateo. Aquí se narra cómo un amo entrega a tres siervos diferentes cantidades de talentos (las monedas de ese tiempo): cinco, tres y uno para que los hagan producir. Al pasar del tiempo, el amo regresa y pide cuentas y solo dos de ellos habían invertido y duplicado lo que se les dio, mientras que uno solo lo guardó y no hizo nada, recibiendo condena por su dejadez.
Esta parábola es aplicable a diferentes campos del quehacer humano; sin embargo, esta vez lo plantearé desde la perspectiva del sector Educación.
Quienes nos dedicamos a educar recibimos ese talento, nuestra profesión, para hacer crecer a los seres cuya formación nos confían por años. Ser profesional es un privilegio que millones de personas en el mundo no tienen y, más aun, si se es educador. Tenemos en nuestras manos la posibilidad de formar a miles de familias para construir una sociedad mejor. Hagamos cuentas si un profesor influye positivamente en la vida de sus 30 niños; si somos 20 mil y cada niño en algún momento podría hacer familia, supongamos de dos hijos, estamos hablando entonces de muchísimas personas que, bien formadas, harían una sociedad diferente que la que tenemos.
Los profesores evaluamos constantemente, porque es necesario, pero también debemos autoevaluarnos para nosotros mismos, y no me refiero a las ineficaces evaluaciones del Ministerio de Educación, sino a preguntarnos si nos satisface lo que estamos haciendo. Ojo, no se trata de excusarnos de las múltiples dificultades que traen consigo los estudiantes o la dejadez de muchos padres. Fijémonos en lo que depende de nosotros, por ejemplo, si a mi hijo o hija le “enseñaran” como lo hago yo, ¿estaría satisfecho? Si el maestro o maestra de mi hijo lo tratara como lo hago yo, ¿estaría conforme? ¿Considero que en mi institución educativa hacemos un buen trabajo? Si es así, ¿matriculo a los míos en la institución donde yo trabajo? Si no es así, ¿es porque no confío en quienes trabajan conmigo? ¿Lo que hago es lo mejor que puedo dar? Y así, debemos autocuestionar nuestra práctica, no para decirle a nadie más, sino para mirarnos a nosotros mismos.
No es mi intención generar incomodidad. Soy parte del sector y, por lo tanto, me incluyo, pero considero que cada cierto tiempo debemos recordar que tenemos un enorme privilegio: recibimos el talento para hacer las cosas bien, y no como el siervo que no hizo nada con el talento que recibió, por miedo, por pereza, por desidia o por lo que fuere. Porque llegará el día en que nos pidan cuentas de lo que hicimos con lo que se nos dio, para algunos cuando estemos ante la presencia de Dios, y para todos cuando nuestros estudiantes, ya adultos, nos juzguen por el aporte que hicimos a sus vidas y a la sociedad, por cuanto, a través de nuestro trabajo, del talento recibido, hemos contribuido a mejorarla.
Lamentablemente quienes administran la educación no promueven la reflexión, solo “capacitaciones” ahora rebautizaras como “asistencia técnica”, donde se adiestra o se instruye cómo seguir haciendo lo que no funciona. Por eso nos corresponden hacerlo nosotros mismos, porque si somos conscientes de lo que somos capaces de hacer y renovamos nuestro compromiso, estaremos en una situación como la que mencionaba San Pedro Poveda: “Dadme una vocación y os daré una pedagogía”; es decir, si queremos lograr mejoría, encontraremos la forma de lograrlo.
El primer bimestre recién termina y queda mucho aún. Los invito a que reflexionemos, otra vez me incluyo, y nos autocuestionemos para que algún día podamos rendir buenas cuentas cuando nos pregunten como el amo a sus siervos: ¿qué hiciste con lo que te di? Usted maestro, maestra, ¿qué hizo con el talento que se le dio? Aún estamos a tiempo.
* Miguel Arista Cueva es docente y abogado. Consultor, conferencista, especialista en gestión pública, educación y derecho administrativo. Fue director regional de Educación de Áncash y del Colegio de Alto Rendimiento de Cajamarca.