LA COLUMNA DEL DÍA | Historias opuestas entre París y Caracas
Creado el Sábado, 10 de Agosto del 2024 02:42:36 pm
Como todos sabemos, entre el 26 julio y el 11 de agosto se realizan con todo éxito los Juegos Olímpicos 2024 en París, conocida como “la Ciudad Luz” de Francia; a lo largo de los 19 días de ardua competencia se disputan un total de 329 eventos en 32 deportes diferentes, en los que participan 10 500 atletas llegados de 206 países de los cinco continentes.
A las olimpiadas de París llegaron a competir los mejores deportistas de todo el mundo, que demostraron en sus respectivos países una trayectoria de esfuerzo, perseverancia y de alto nivel de competitividad en la disciplina deportiva en la que participan. Incluso en varias disciplinas tienen que pasar por eventos previos que los habilitan a participar en la competencia más importante a nivel global.
Llegar a unas Olimpiadas como la de París obliga a los deportistas de alta competencia, no solo a mantener muy en alto las reglas de juego a nivel deportivo, sino también a prepararse a nivel anímico, en su régimen alimentario y a mantener una conducta intachable. Ya en las Olimpiadas, cada deportista compite en igualdad de condiciones y con las mismas reglas de juego; es evidente que nadie puede hacer trampa. Al final de cada competencia, el puntaje obtenido por cada atleta sintetiza su esfuerzo y su historia de vida deportiva. El puntaje otorgado por los jueces es inapelable y todos lo respetan, manteniendo el espíritu deportivo que lleva a reconocer a los mejores deportistas.
Lamentablemente, en Caracas, capital de Venezuela, la historia es diametralmente opuesta. El 28 de julio se realizó en Venezuela las elecciones para elegir a un nuevo presidente de la República Bolivariana. Como todo el mundo democrático lo sabe, más del 80 % de las actas electorales proporcionadas por los personeros arrojan un categórico 67 % a favor del candidato opositor Edmundo González Urrutia, con más de 7 millones de votos, frente al 30 % de Nicolás Maduro, que representan solo 3 millones 225 mil votos.
Sin embargo, las autoridades electorales serviles a la dictadura anunciaron que Maduro había ganado con el 51 % de los votos, pero nunca presentaron las actas escrutadas y ni una sola evidencia que convalidara este escandaloso fraude.
Como vemos, Nicolas Maduro no solo juega sucio, sino que hoy quiere imponer a sangre y fuego resultados escandalosamente falsos, traicionando todas las reglas de juego democráticas del proceso electoral en Venezuela. Lo bueno es que hoy los países democráticos de todos los colores políticos no le creen a Maduro, porque la oposición en Venezuela no solo participó en el proceso electoral, sino que tuvo el coraje de organizarse y tener las evidencias democráticas suficientes para demostrar al mundo entero que Maduro ha sido derrotado.
Hoy, en las Olimpiadas en París, se dan por ganadores a los mejores deportistas del mundo, donde todos respetan las reglas de juego que premian a los atletas más competitivos. En tanto, en la Venezuela de Simón Bolívar, las reglas de juego torcidas y truculentas quieren imponer resultados escandalosamente fraguados.
La política, en su verdadera esencia, promueve los valores democráticos, la verdad y la justicia. La política con P mayúscula está llamada a impulsar procesos transformadores para que los seres humanos de cualquier país del mundo podamos progresar en condiciones de justicia y libertad. Sin duda alguna, la llama que se enciende en las Olimpiadas ilumina el esfuerzo, la disciplina, la competitividad y el juego limpio. Esa misma llama, pero en el quehacer político, encendida por los jóvenes y las nuevas generaciones, tiene el deber moral de sepultar a la política tramposa y escribir nuevas páginas que refunden la verdadera política.
* Gabriel Mejía Duclós es ingeniero agrícola con especialización en ingeniería de recursos agua y tierra, 25 años de experiencia en gerencia y dirección de instituciones públicas y privadas vinculadas al desarrollo social, económico y gestión ambiental, ex candidato a la Gobernación Regional de Áncash.