Se conmemoran 20 años del martirio de dos frailes franciscanos y padre Sandro Dordi
Creado el Lunes, 8 de Agosto del 2011 07:10:56 pm
Michael Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski, padres franciscanos de Cracovia, Polonia, llegaron al Perú en 1990, junto al padre Jaroslaw Wysoczanski, para dedicarse a la “difícil tarea” –en palabras de su orden- de atender la pobre parroquia de Pariacoto y de muchos otros pueblos de la zona circundante de Santa. La época no era la más apacible: el terrorismo estaba en su apogeo en nuestro país y la zona en que los religiosos trabajan era usada como hasta hoy para el paso de la droga.
La misión de los padres Miguel y Zbigniew culminó de forma violenta y cruel la tarde del 8 de agosto de 1991. Según la versión oficial, después de celebrar misa, alguien llamó a la puerta. Estaban solos, pues el padre Jaroslaw había viajado a Europa. Eran los terroristas.
Los asesinos les arrastraron fuera, les subieron a una camioneta de la comunidad y, en el centro del pueblo, les sometieron a un ‘juicio’ sumario por sus ‘delitos’. Ellos confirmaron con valentía que desarrollaban una misión evangelizadora. Después, les hicieron caminar hasta un cerro, les arrojaron al suelo, les ataron las manos y colocaron un cartón al cuello que decía: “Así mueren los lames del imperialismo”. Finalmente, les fusilaron.
LA PARTIDA DE SANDRO
El crimen de los padres Miguel y Zbigniew conmocionó a la diócesis y al país. Pero no fue el último golpe de Sendero Luminoso. Diecisiete días después, el 25 de agosto de 1991, el padre Sandro Dordi fue victimado en Santa.
El padre Sandro era, según quienes le conocieron, un hombre de oración, bueno, austero y sencillo. Además de infatigable, valiente y misionero. Se había ordenado sacerdote a los 23 años y tras trabajar 25 años en Italia y Suiza llegó a Santa en 1980, invitado por el Obispo de Chimbote de entonces, Monseñor Luis Bambarén Gastelumendi.
El día de su muerte, el padre Sandro había partido de Vinzos para hacer una misa de bautizo en Rinconada. Cuando estaba en una curva del camino, su vehículo fue interceptado por otra unidad de la que unos sujetos le dispararon sin mediar palabra. Había recibido amenazas antes de los terroristas, pero por ningún motivo dejó su labor evangelizadora.
VIVOS POR SIEMPRE
Ahora, al cumplirse dos décadas de sus asesinatos, Miguel, Zbigniew y Sandro siguen vivos. Es más, han triunfado, pues con sus sacrificios su ejemplo de vida permanece vivo y continúa iluminando el camino de sus amigos en Santa y Pariacoto, y de todo aquel que conoce su historia, recordando la eternidad de la verdad de Jesús y su enseñanza.
Tomado de Cecopros, publicado en el periódico diocesano Mar Adentro.