Mujeres de altura: un trabajo extraordinario en la serranía de Áncash
Creado el Martes, 15 de Agosto del 2017 04:51:06 pm
Hacer una obra de arte requiere dos virtudes: paciencia y concentración. Paciencia para no desesperarse cuando el tiempo parece infinito, y concentración para tener en cuenta todos los detalles de un trabajo que es admirado por muchos, pero privilegio de pocos.
En la sala de mosaicos, Nilda Ágreda pone en práctica la paciencia y la concentración que ha logrado con varios años de experiencia. Porta un mandil negro y, con un martillo de cincel, pica la piedra para hacer trozos de unas dos pulgadas. Debe tener una precisión quirúrgica para que todos los pedazos encajen de manera perfecta. Un milímetro más o un milímetro menos hacen la diferencia para lograr la admiración o el rechazo del público.
Nilda lleva dos semanas en la elaboración del fondo de un altar de la Virgen María Auxiliadora que se colocará en la iglesia de los Salesianos en Lima. Debe combinar con exactitud tamaños de piedras y colores para dar vida a una verdadera obra de arte. “Primero relleno la parte blanca y después pego las piedras con cemento. Hay que hacer el trabajo con mucha paciencia para que salga bonito”, explica. La estructura está colocada sobre una mesa de madera de un metro de ancho por tres de largo. Cuando el bloque de piedra ya se encuentre listo será desarmado como un rompecabezas y se guardará en varias cajas que se enviarán a Lima.
Nilda trabaja en el taller de artesanos Don Bosco que la Operación Mato Grosso tiene en el distrito de Tauca en la sierra de Áncash. La geografía de los andes peruanos es el escenario ideal que los artistas han encontrado para tener la suficiente concentración para hacer sus obras. El verde de las montañas, el celeste del cielo y las nubes muy blancas son parte de un lienzo a campo abierto que los artistas miran todos los días para inspirarse.
Mientras Nilda corta piedra, pega y sacude las manos, a unos cuatros metros de su taller se encuentra Magda Carloni en pleno trabajo de fusión de vidrios. Es la única mujer entre tantos varones. Un horno grande es la principal herramienta de trabajo para convertir las planchas de vidrio en hermosos platos y tazones.
Magda es de Milán y llegó al Perú como voluntaria hace año y medio. Con esta aventura ha formado una nueva familia con los voluntarios de Mato Grosso y ha encontrado en Tauca un nuevo hogar a miles de kilómetros de su querida Italia. Se siente afortunada de haber conocido un país que ya considera como suyo.
Al principio la convivencia era difícil tanto para Magda como para los hombres y mujeres del taller, pues era raro que una joven de 26 años asuma el liderazgo para dirigir a un grupo humano con características muy diferentes a su lugar de origen. “En Perú no se escucha mucho a una mujer que da órdenes, pero después de un año ya se han acostumbrado. Acá las mujeres son más respetuosas y yo he gritado desde el primer día. Las mujeres son muy respetuosas y tímidas”, explica Magda.
Magda es vitralista de profesión y ha enseñado a los peruanos y peruanas a fabricar todo tipo de figuras con planchas de vidrios que llegan desde la fábrica de Chacas. Usa la técnica de la fusión que combina dos tipos de vidrios, que son sometidos al calor por más de ocho horas, para lograr figuras de diferentes formas y colores. Y como no solo de trabajo vive el hombre, Magda también se ha dado tiempo para recorrer el Perú. Ha visitado Cusco, Iquitos y Arequipa. “El Perú es un país increíble. Aquí hay una variedad que no encuentras en Europa. Pero lo que más me ha llamado la atención es Arequipa porque no parece una ciudad, en realidad es un museo”, relata.
Los artesanos y artesanas que trabajan en el taller son formados en los colegios técnicos que la Operación Mato Grosso tiene en varios lugares de Áncash. A media hora de Tauca se ubica el distrito de Llapo donde se encuentra la Institución Educativa María Auxiliadora que alberga a 45 alumnas del primer y segundo año de secundaria. A 3 mil 400 metros de altura sobre el nivel del mar las menores aprenden lo básico de su formación escolar, pero también se les enseña dibujo técnico, bordado, mosaico, tejido y hasta reciben clases de danza y canto Cuando las adolescentes terminen el colegio dependerá de ellas si se quedan a trabajar en el taller o deciden trazar su propio camino.
Una de las profesoras es Enma Ágreda, quien primero fue alumna de los colegios de Mato Grosso y ahora retribuye la educación que recibió como docente de Ciencia, Tecnología y Trabajo. “Yo he estudiado en una de las casas de Don Bosco y ahora estoy apoyando aquí en el colegio desde hace cuatro años. Aquí se enseña una educación distinta basada en la disciplina y en los valores”, menciona Enma. Es cierto, las alumnas no solo aprenden matemática o literatura; también reciben una fuerte formación en valores. Se les enseña a ser solidarias, a amar el lugar donde viven, se les enseña a que les importe el otro. Es la diferencia con los colegios convencionales.
El colegio funciona como un internado donde las alumnas reciben educación y alimentación gratuitas, solo pueden salir los fines de semana. La actividad escolar empieza a las seis y treinta de la mañana con la meditación y termina a las siete de la noche con un pequeño concierto que improvisan alumnas y profesoras.
Toda esta comunidad educativa está a cargo de la directora Rafaella Pellegrino, quien llegó al Perú hace siete años. Cambió las playas de su natal Calabria por las montañas de Áncash. Rafaella enseña inglés y música. En el comedor del colegio, Rafaela usa un teclado que acompaña a la voz de las alumnas. Cuando las niñas cantan es como un coro de ángeles que suena en las alturas de la sierra de Áncash.
Es hermoso ver como las alumnas y profesoras llevan polleras negras con adornos de flores multicolores en los bordes. Es el uniforme del colegio, una prenda que ratifica con orgullo el origen de sus raíces.
En lugares pequeños los voluntarios y voluntarias de la Operación Mato Grosso hacen una obra grande que ha cambiado y cambia la vida de miles de jóvenes. En lugares donde no hay presencia del Estado aquellos muchachos y muchachas entusiastas brindan educación digna y de calidad a otros jóvenes como ellos.
¿Qué sería de la vida de esos jóvenes si a un italiano loco, pero inteligente, como el padre Ugo de Censi no se le hubiese ocurrido crear esa obra maravillosa llamada Operación Mato Grosso?
Edwin Azaña Alejos