LA COLUMNA DEL DÍA | La victoria del amor será la última palabra de la historia
Creado el Jueves, 23 de Marzo del 2023 01:00:00 am
La “ley natural” es expresión de la igualdad de todos los seres humanos. Cada acto libre humano, también el acto de fe debe tener un grado de racionalidad. Además, desconocer la razón lleva inevitablemente al fideísmo y a la superstición. La fe quedará sola sino ningún criterio racional. En segundo lugar, solo Dios es absoluto. La religión está dentro de los límites de la historia. Entender la religión como algo absoluto llevaría al fanatismo. Como vemos en una tendencia del Islám. Hemos podido comprobar el fanatismo en un sector del Islám que ejecutaba niños, ancianos, civiles por el mero hecho de pertenecer a otra religión o por ser ateos. En tercer lugar, si todo dependería exclusivamente de la fe no se tomará en cuenta el propio esfuerzo del ser humano para hacer el bien. En cuarto lugar, la teología puede dialogar por medio de la filosofía con la ciencia, la tecnología, las ideologías y con todo quehacer humano cultural. En el mundo actual secularizado el ser humano no encuentra la experiencia del sentido de lo religioso. No se entiende lo religioso como fuerza de integración y como garantía de los valores fundamentales que sustentan las instituciones y la sociedad. Por un lado, se necesita una reflexión filosófica sobre los prejuicios y los límites de las ciencias, las tecnologías e ideologías que eliminan la libertad del ser humano. Por otro lado, es importante señalar que las obligaciones, hoy en día, no tienen su fundamentación en la voluntad libre sino en el poder coactivo y el miedo a la sanción.
Es importante que tanto ateos como creyentes tengan una conciencia clara de la finitud de su existencia y de sus proyectos. El encuentro con Dios llama a un pensar y actuar diferente. Lo encontramos en el amor, el bien, la justicia, la belleza, la soledad, el dolor y en la muerte. Es fácil de comprobar por una reflexión sobre uno mismo. No podemos ser indiferentes frente a lo transcendente que no se puede verificar por experimentos o deducir racionalmente.
Sin embargo, puede darse una dialéctica entre la vida y el misterio. Hay mucho mal en la sociedad por las personas que no cultivaron la moralidad. Dios podría intervenir para evitar, por ejemplo, las guerras con millones de muertes, pero Él respeta la libertad de los seres humanos. Dios creó al ser humano con libertad. Dios otorga la gracia al hombre para hacer el bien, pero no anula su libertad. Las virtudes o mandamientos tienen su fundamento en Dios pero la obediencia a Dios tiene también un fundamento racional, no es ciega.
A pesar de la confianza en el amor de Dios no podemos dejar de preguntarnos por qué, por ejemplo, Dios permite que gente perversa origina guerras con tantos muertos y enfermedades de personas muy queridas. Al final siempre surge una pregunta. ¿Por qué no te has opuesto con poder a tus enemigos que te han llevado a la cruz? El estilo divino es no arrollar con el poder exterior, sino dar libertad, ofrecer y suscitar amor. Jesucristo padece y muere y, como resucitado, quiere llegar a la humanidad solamente mediante la fe de los suyos, y a los que se manifiesta. La actitud de los discípulos no es hacer conjeturas sobre la historia y el futuro. Y ahora viene a estar con nosotros. Nada quedará sin sentido, toda injusticia quedará superada y establecida la justicia. La victoria del amor será la última palabra de la historia del mundo (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, 2011: 321).
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".
