LA COLUMNA DEL DÍA | La “efectividad” de las horas efectivas de clase
Creado el Viernes, 24 de Noviembre del 2023 08:38:14 pm
Hubo un tiempo en el que los juegos escolares eran una fiesta en la que participaban todos los estudiantes y los profesores. Nos trasladábamos de un colegio a otro a alentar a nuestros representantes. Las barras también jugaban un partido aparte; en más de una ocasión hubo conatos de bronca que fueron controlados por nuestros profesores. Este tipo de situaciones eran abordadas luego en las aulas, donde los alumnos aprendían que no siempre se gana, que hay que saber convivir con otros, que el respeto y la disciplina hay que mostrarlos en todo momento, dentro y fuera del colegio, porque en la vida nos encontraremos con situaciones similares.
Los estudiantes de mi tiempo también tuvimos la oportunidad de repletar el coliseo para apoyar a nuestro representante del “Festicanto escolar” que congregaba a la mayoría de colegios, dándonos la oportunidad de interactuar con estudiantes de otros lugares de los que solo conocíamos de oídas y, a veces, ni siquiera eso.
Si de educación integral se trata, no solo se promovía el aprendizaje de conocimientos en el aula, también se fomentaba el gusto por el deporte, seas habilidoso o no. Del mismo modo sucedía con el mundo del arte; podía ser que no cantabas bien, pero formabas parte de esa vivencia y, si de formar en valores se trataba, nos enseñaban en vivo y en directo sobre responsabilidad, disciplina, tolerancia, respeto, saber convivir, etc. a partir de situaciones reales, no de simulaciones o de lecciones librescas que alimentan más el concepto de los valores que la reflexión, que promueven mera teoría sin verificación práctica.
Así transcurría la educación secundaria ochentera y noventera, hasta que a algún erudito del Ministerio de Educación, con la genuflexión de las direcciones regionales y las UGEL, se le ocurrió crear las llamadas “horas efectivas”, que básicamente consisten en que tienes que circunscribir el trabajo formativo a las cuatro paredes del aula, para que se cumpla un mínimo de horas efectivas al año. A partir de allí, en los juegos escolares solo participan los que juegan, que son unos pocos; los demás ni se enteran ni viven esa experiencia “porque no pueden perder horas de clase”; por esa misma razón los festicantos que atiborraban el derruido coliseo Paul Harris dejaron de promoverse.
Considero que la formación de los estudiantes trasciende el aula y, mientras más real sea, más formativo resulta, y para ello planteo un ejemplo que puede parecer trivial, pero es ilustrativo: si mi escuela se sitúa en el campo, ¿qué es más efectivo?: ¿enseñar las partes de una planta desde el libro, un dibujo o una maqueta en el aula, o desde la misma realidad de las plantas que nos rodean?
¿Acaso no es más enriquecedor salir de las cuatro paredes del aula y enseñar desde la realidad misma? ¿Qué significan realmente las horas efectivas de clase? ¿No se puede realizar enseñanza efectiva fuera del aula exponiendo a situaciones vivenciales a los estudiantes? Porque, después de la escolaridad, la vida transcurre fuera de cuatro paredes, ya no es simulación y no se parece en nada a lo que decía el libro.
Educar no es solo instruir, hay que formar desde y para la realidad. Ello implica reflexionar, opinar, oponerse y, si es necesario, rebelarse, con tal de cumplir nuestro propósito a favor de la razón de ser de un educador: preparar al estudiante para ser buena persona. ¿Las horas efectivas, tal cual se ejecutan hoy, son realmente efectivas? ¿Usted qué opina?
* Miguel Arista Cueva es docente y abogado. Consultor, conferencista, especialista en gestión pública, educación y derecho administrativo. Fue director regional de Educación de Áncash y del Colegio de Alto Rendimiento de Cajamarca.
Foto: academiaeuclides.blogspot.com