LA COLUMNA DEL DÍA | El desarrollo es vocación de fraternidad
Creado el Jueves, 8 de Junio del 2023 01:01:01 am
Aparte de los grandes temas como trabajo, capitalismo, fondo mundial, hambre, justicia, emigrantes, demografía, familia, la ideología tecnócrata etc. el Papa afirma que el progreso es una vocación.
“En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su propio desarrollo, porque la vida de todo hombre es una vocación” (Populorum Progressio, n. 15).
El “desarrollo es vocación” significa llamada transcendente. “No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre al Absoluto en el reconocimiento de una vocación, que la da la idea verdadera de la vida humana”. Lejos de ser norma última de los valores, el hombre no se realiza a sí mismo si no es superándose. Según la tan acertada expresión de Pascal: “el hombre supera infinitamente al hombre” (Populorum Progressio, n. 42).
La vocación es una llamada que requiere una respuesta libre y responsable. Ninguna estructura puede garantizar dicho desarrollo fuera y por encima de la responsabilidad humana. Las ideologías basan siempre sus propuestas mesiánicas en la negación del hombre reducido a un medio para el desarrollo. “Cada uno permanece siempre, sean los que sean los influjos que sobre él se ejercen, el artífice principal de su éxito o de su fracaso” (Populorum Progressio, n. 15). La libertad se refiere también a situaciones de países en vía de desarrollo. También esto es vocación, en cuanto llamada de hombres libres a hombres libres para asumir una responsabilidad común.
Pablo VI percibió netamente la importancia de las estructuras económicas y de las instituciones, pero se daba cuenta con igual claridad de que la naturaleza de éstas deberá ser instrumentos de la libertad humana.
El evangelio es un elemento fundamental del desarrollo porque Dios pronuncia el sí más grande al hombre. El desarrollo no es verdadero cuando si no es todo el hombre y de todos los hombres. Esta libertad se refiere al desarrollo y a las situaciones de subdesarrollo. Que no son fruto de la casualidad o de una necesitad histórica, sino que dependen de la responsabilidad humana. Cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el “bien”, empieza a disiparse.
Las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material. La falta más grande es la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos. La razón puede establecer una convivencia cívica entre todos, pero no consigue fundar la hermandad. Éste nace de una vocación transcendente de Dios Padre, el primero que nos ha amado, y que nos ha enseñado mediante el Hijo lo que es la fraternidad por medio de la caridad. El amor de Cristo nos urge (2 Corintios, 5, 14) movilizar el corazón para hacer cambiar los procesos económicos y sociales hacia metas plenamente humanas.
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".