LA COLUMNA DEL DÍA | El Bautismo
Creado el Jueves, 17 de Abril del 2025 01:01:01 am | Modificado el 19/04/2025 02:44:14 pm
“Jesús se acercó y les habló así: Me ha sido dado dada toda la autoridad en el Cielo y en la tierra: Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos.

Bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenlos a cumplir todo lo que yo les he enseñando a ustedes. Yo estoy con ustedes
todos los días hasta el fin de la historia.” En la joven Iglesia
encontramos referencias al bautismo.
En los Hechos de los Apóstoles leemos en 2, 37-38: “Al oír esto se afligieron profundamente y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Que tenemos que hacer, hermanos? Pedro les contestó: “Arrepiéntanse, y cada uno de ustedes se haga bautizaren el nombre de Jesús, el Mesías, para que sus pecados sean perdonados. Entonces recibirán el Espíritu Santo.” Leemos que en primer lugar, se pido la conversión y después se dará el bautismo. Todo tiene que empezar por la conversión. Se debe reconocer a Jesús. Se trata de un cambio en la conciencia. El bautismo no es solo el perdón de los pecados, sino es aceptar la buena noticia como leemos en Mateo, 4,23: “Jesús empezó a recorrer toda Galilea; enseñaba en las sinagogas de los judíos, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba en el pueblo todas las dolencias y enfermedades.” El anuncio incluye hacer el bien a los que sufren. Debe haber un cambio en la conciencia y una manera diferente de vivir. Pablo habla de una nueva vida, Romanos, 6,4: “Por este bautismo en su muerte fuimos sepultados con Cristo, y así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la Gloria del padre, así también nosotros empezamos una vida nueva.” Leemos en los Hechos, 2, 42 y 46: que “eran asiduos a la enseñanza de los apósteles, a la convivencia fraterna, ala fracción del pan y a las oraciones. Compartían la comida con alegría y con gran sencillez de corazón.” No es el rito del agua, sino la experiencia de Cristo que entra en nosotros que nos cambia. Seguimos el ejemplo de vida de Jesús. Leemos en Romanos, 13, 14: “Más bien revístanse del Señor Jesucristo, y no se dejen arrastrar por la carne para satisfacer sus deseos.”
Leemos en las cartas de San Pablo, por ejemplo, Colosenses, II, 12: “En Cristo recibieron una circuncisión no humana, no quirúrgica, que los despojó enteramente del cuerpo carnal. Esta “circuncisión” de Cristo es el bautismo, en el cual fueron sepultados con Cristo. Y en él fueron resucitados por haber creído en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos.”
Leemos en la carta de Tito, 3, 4-7: “Pero se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres, pues no fue asunto de obras buenas que hubiéramos hecho, sino de la misericordia que nos tuvo. Él nos salvó por el
bautismo que nos hace renacer y derramó sobre nosotros por Cristo Jesús, nuestro salvador el Espíritu Santo que nos renovaba. Habiendo sido reformados por gracia, esperamos ahora nuestra herencia, la vida eterna.”
Leemos en la carta de San Pedro I, 3,21: “Ustedes reconocen en esto la figura del bautismo que ahora los salva, pues no se trata de limpieza corporal, sino que pidieron a Dios una renovación interior por medio de la resurrección de Cristo Jesús. El se ha ido al cielo y está a la derecha de Dios, después de someter a los ángeles, a las dominaciones y las potestades.”
Leemos en el texto principal del evangelio de Juan, 3, 4-6: “Nicodemo le dijo: “Cómo renacerá el hombre ya viejo? ¿Quién volverá al seno de su madre para nacer una segunda vez?” Jesús le contestó: “En verdad te digo: “El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu.
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".
