LA COLUMNA DEL DÍA | Cristo nos sentó en la morada celestial
Creado el Jueves, 17 de Agosto del 2023 01:01:01 am | Modificado el 17/08/2023 10:30:07 am
El cristiano destaca en la sociedad por un comportamiento diferente. “Debemos gracias a Dios en todo por ustedes, hermanos. Es justo hacerlo, ya que siguen progresando en la fe y crece el amor de cada uno a los hermanos. Nosotros mismos hablamos de ustedes con orgullo en las iglesias de Dios porque se mantienen firmes y guardan su fe en medio de todas las persecuciones y pruebas que deben soportar (Tesalonicenses II, 1,2-4). “De hecho, a partir de ustedes la palabra del Señor se difundió en Macedonia y Acaya y más allá aún. Su fe en Dios se comenta en tantos lugares que no necesitamos decir más al respecto” (Tesalonicenses, I, 1, 8). “Ustedes estaban muertos por causa de sus faltas y pecados. Con ellos seguían la corriente de este mundo y al soberano que reina entre el cielo y la tierra, el espíritu que ahora está actuando en los corazones rebeldes. De ellos éramos también nosotros, y nos dejamos llevar por las codicias humanas…Pero Dios es rico en misericordia: ¡con qué amor tan inmenso nos amó! Estábamos muertos por nuestras faltas y nos hizo revivir con Cristo: ¡por pura gracia ustedes han sido salvados! Con Cristo Jesús y en él nos resucitó y nos sentó en la morada celestial”. (Efesios, 2, 1-6).
En su última aparición a los apóstoles Jesús dijo: “Todo estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer día. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después a las naciones, invitándolas a que se convierten (Lucas, 24, 46-47). San Pablo da testimonio: “Esto es muy cierto, y todos lo pueden creer, que Jesús, vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales soy yo el primero. Por esa razón fui perdonado, para que en mi se manifestara en primer lugar toda la paciencia de Cristo, y fuera así un ejemplo para todos los que han de creer en él y llegar a la vida eterna” (Timoteo, 1,15).
La gran diferencia con la ética de otros pensamientos está en que el cristianismo arranca siempre con una invitación de Cristo al “cambio” o “conversión” de la persona para poder cumplir con los valores del encuentro. Jesús enseña y muestra una vida diferente. San Pablo lo explica dando el ejemplo de sí mismo. “Como hijos amadísimos de Dios, esfuércese por imitarlo. Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros” (Efesios: 5,1). Por lo tanto, el seguimiento es la actitud más razonable ante el acontecimiento de Cristo. El encuentro con Cristo se realiza en la forma de seguir. “El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Y al que me sirve, el Padre le dará un puesto de honor” (San Juan, 12,26).
El encuentro con Dios llama a un pensar y actuar diferente. San Pablo lo expresa de la siguiente manera: “Si me permiten una advertencia en Cristo, una exhortación afectuosa, algo que proceda del Espíritu y que me sugiere la ternura y simpatía, entonces colmen mi alegría poniéndose de acuerdo, estando unidos en el amor, con una misma alma y un mismo proyecto. No hagan nada por rivalidad o vanagloria (Filipenses, 2,1). “No creo haber conseguido ya la meta ni me considero “perfecto”, sino consigo mi carrera para conquistarla, como yo ya he sido conquistado por Cristo” (Filipenes,3,12).
Cristo realizó un encuentro entre personas cuya experiencia será transmitida durante la historia. La acción del Espíritu Santo influye en nosotros y podemos seguir el ejemplo de vida que nos dio Cristo y conocer los valores que dan lazos fuertes entre las personas. La Iglesia es en primer lugar una comunidad de fe y de amor. El centro de la fe es el encuentro con la persona de Cristo y con los otros fieles. No somos un átomo perdido en el universo. Cristo cuestiona a mí mismo y me obliga a reflexionar sobre mis relaciones con los demás. La vida del buen ejemplo de otra persona es un instrumento de conocimiento y cambio. Las leyes coaccionan la libertad, pero los ejemplos transforman el corazón. “No siguen la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmese a partir de una renovación interior. Así sabrá distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrade, lo que es perfecto” Romanos,12,2).
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".