OPINIÓN. Unos comen, otros mueren de hambre
Creado el Martes, 18 de Octubre del 2011 11:40:25 pm
Recuerdo el esfuerzo de los niños y niñas a momento de elaborar el producto radiofónico y sobre todo la alegría que transmitían sus rostros al hablar sobre su derecho a la alimentación.
Lo grandioso de esta experiencia es que son los propios niños y niñas los que transmiten a otros menores, y también a los adultos, lo que implica el derecho a la alimentación y las graves vulneraciones que a diario se comenten.
Al mirar a estos niños dominicanos pienso en los del Perú, en los niños ancashinos que también ven vulnerados sus derechos, que no cuentan con los recursos económicos para acceder a alimentos suficientes y adecuados, niños malnutridos. Es paradójico que seamos la región más rica del Perú y que al mismo tiempo tengamos 66 distritos con poblaciones que viven en situación de pobreza y extrema pobreza, según datos de una información periodística que cita como fuente a la Mesa Regional de Concertación para la Lucha Contra la Pobreza de Áncash.
Esta alarmante realidad es resultado de la ausencia de políticas públicas que nos garanticen una seguridad alimentaria. En nuestra región, a pesar de la plata que tenemos, el sector agrario es el más olvidado, no se promueve la producción local, no se apoya a los pequeños productores y comercializadores, no se tiene un riguroso control sobre la calidad de alimentos que se comercializan en nuestros mercados, no se promueve el consumo de productos de temporada, en fin, la alimentación a pesar de ser una necesidad vital es la última rueda para nuestras autoridades locales, regionales y nacionales.
Nuestras autoridades tienen una gran responsabilidad y las cifras de desnutrición son altas por su inacción, pero la tarea no está solo en las autoridades. La desnutrición no solo es consecuencia de la pobreza, muchas veces es resultado de malos hábitos alimenticios, así que la pelota también está en nuestra cancha, por ello debemos preguntarnos si estamos alimentando bien a nuestros hijos e hijas.
Tomar gaseosa después del almuerzo, no consumir frutas o verduras, no beber agua, son solo algunos de los más frecuentes malos hábitos que contribuyen a la malnutrición, que también constituye una vulneración al derecho a la alimentación de nuestros niños y niñas.
Recodemos que un niño mal alimentado no podrá aprender en la escuela, no podrá desarrollarse adecuadamente y será un ciudadano con pocas posibilidades de lograr el progreso, de ser feliz.
Nuestras autoridades tienen la responsabilidad de garantizar la implementación de políticas públicas para que los alimentos sean accesibles, pero nosotros como adultos tenemos la obligación de brindar la mejor alimentación a nuestros niños y niñas; todos somos responsables del cumplimiento de su derecho fundamental a la alimentación.
Rocío Huamancondor Paz
Abogada