El papa: “Hay que compartir el don de la diversidad en este mundo tan dividido”
Creado el Martes, 30 de Abril del 2024 07:59:07 am
El papa Francisco recibió esta mañana a los Hijos de la Caridad, “Canosianos” y a los Hermanos de San Gabriel con motivo de la celebración de sus Capítulos y de los aniversarios del nacimiento de sus fundadores, respectivamente 250 años de Santa Magdalena de Canossa y 350 años de San Luis María Grignion de Montfort. Releyó su experiencia a la luz de los tiempos contemporáneos marcados a menudo por "los egoísmos y particularismos": Las diversidades, afirmó el pontífice, son dones preciosos que hay que compartir.
A ambas órdenes religiosas, el Santo Padre les recordó la importancia de los Capítulos, que, citando al beato Pironio, son acontecimientos "de familia", pero también eclesiales y acontecimientos "salvíficos", verdaderos "eventos sinodales" de los que precisó la peculiaridad.
Un Capítulo es un momento de gracia, que se ha de vivir ante todo en docilidad a la acción del Espíritu Santo, haciendo memoria agradecida del pasado, prestando atención al presente – escuchándose unos a otros y leyendo los signos de los tiempos (cf. Gaudium et spes, 4) – y mirando hacia el futuro con un corazón abierto y confiado, para una verificación y renovación personal y comunitaria, es decir, pasado, presente, futuro, entran en un Capítulo, para recordar, evaluar y avanzar en el desarrollo de la Congregación.
El papa Francisco pronunció una de sus elocuentes frases para subrayar su mensaje, haciéndolo a la luz del tema elegido por los Canosianos para su discernimiento: "El que no arde, no se incendia".
“Me entristece ver a religiosos que parecen más bomberos que hombres y mujeres con ardor para incendiar. Por favor, bomberos no; ya tenemos muchos”, dijo.
Recordando que los Canosianos están presentes en siete países con miembros de diez nacionalidades, y que son asistidos por las hermanas Canosianas con una realidad laical cada vez más activa e implicada (un aspecto, este último, de la implicación de los laicos en un instituto, considerado muy importante por el pontífice que, de hecho, lo subrayó hablando espontáneamente), los exhortó a mirar la valentía de la fundadora que trabajó "en un mundo no menos difícil que el nuestro", para "hacer conocer y amar a Jesús, que no es amado porque no es conocido".
Santa Magdalena les mostró cómo se superan las dificultades: con los ojos vueltos hacia el Crucificado y los brazos abiertos hacia los últimos, los pequeños, los pobres y los enfermos, para cuidar, educar y servir a sus hermanos con alegría y sencillez. Cuando el camino se torne difícil, hagan como ella: miren a Jesús Crucificado y miren los ojos y las heridas de los pobres, y verán que poco a poco las respuestas se abrirán paso en sus corazones cada vez con mayor claridad. (RSD Noticias).