San Pedro de Arbués, presbítero y mártir.
Creado el Miércoles, 20 de Septiembre del 2017 07:53:45 am | Modificado el 11/10/2021 04:39:08 pm
Uno de los grandes problemas para la Iglesia y para el Estado en la España de la Edad Media, era el del trato que debía darse a los judíos y mahometanos que habitaban en tan gran número aquel país. El problema se complicaba por el odio que manifestaba el pueblo contra ellos, un odio violento que no compartían las gentes del clero, ni las autoridades civiles, que tenían interés material en el bienestar y la tranquilidad de los «herejes».
Particularmente durante el siglo catorce, los judíos habían conquistado una gran influencia en las finanzas, clandestinamente, y en forma abierta, sobre los puestos y cargos seculares y aun en los eclesiásticos. Para que un judío pudiese llegar a ejercer su influencia en un cargo eclesiástico, era necesario que profesara el cristianismo y, en la gran mayoría de los casos, aquella profesión era falsa; la rarísima vez que era auténtica, resultaba débil, superficial e indigna de confianza.
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