San Juan Fisher y Tomás Moro
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:24:35 pm
Como pionero en la promoción de los laicos, se enfrenta a los problemas de su tiempo con criterios cristianos. Demuestra con su ejemplo el valor de "la obra bien hecha".Crece su prestigio como abogado. En la Corte le piden su colaboración. Cae el Cardenal Canciller Wolsey, y Moro es elegido Canciller del Reino. Mal momento, pues Enrique VIII anda enredado con Ana Bolena. El rey quería la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón.
Consigue, con presiones y dinero, aquiescencia de obispos y clero, de teólogos y canonistas. Ante tanta cobardía bastarda, Tomás Moro renuncia a su cargo de Canciller y encargado del Gran Sello, aunque intuye que eso le costará caro.
Moro se niega a firmar el Acta de Sucesión y de Supremacía, por la que se proclama el rey Cabeza de la Iglesia Anglicana y la independencia de Roma. Moro acata la autoridad civil del rey, pero no quiere ser infiel a su conciencia. Era como firmar su sentencia de -muerte. Poco después, Tomás Moro es juzgado y encerrado en la Torre de Londres.
Muchos le piden que firme, que ceda, aunque sea disimulando. No se lo permite su conciencia. Su hija Margarita le visita con frecuencia. Rezaban juntos, pensaban en el cielo. Son escenas entrañables, insuperables.
El 6 de julio de 1535 fue decapitado. Antes rezó el salmo 50 "Misericordia, Dios mío, por tu bondad". Terminó diciendo que moría "como buen súbdito del rey, but God's first, pero antes, de Dios". Animó al verdugo a que cumpliera bien su oficio, y con el humor que siempre mantuvo -escribió una hermosa oración sobre el humor-, le pidió que no le cortara la barba.
La cabeza rodó sobre las tablas y fue clavada en una pica en el puente de Londres. Su fiel hija Margarita la recogió, la guardó en una caja y quiso que la colocaran sobre su pecho cuando fuera enterrada. Así se conserva hasta hoy en la Iglesia de San Dunstan de Cantorbury.
Moro escribió muchos libros de piedad y en defensa de la fe. Su libro más famoso es Utopía. En él se propone un régimen comunitario, sin propiedad privada, el ideal hacia un mundo mejor, de momento inasequible.
Moro no es un fanático ofuscado, sino un hombre fiel, honrado, consecuente hasta el heroísmo. Pues hay valores que están por encima de la vida. Es un mártir por la unidad de la Iglesia y por la libertad de conciencia contras las leyes civiles injustas. Pío XI lo canonizó en 1935.
Juan Fisher, obispo de Rochester y nombrado Cardenal, tampoco cedió ante los caprichos de Enrique VIII: "No llevará el capelo, porque yo cortaré su cabeza". Fue decapitado unos días antes que Moro, el 22 de junio. No llevó el capelo, pero sí la aureola de santo. También está canonizado.
Tampoco cedieron dos Padres Cartujos. -"Si no os declaráis partidarios de la reforma, haremos que os arrojen al Támesis". Ellos respondieron: "A nosotros lo único que nos importa es ir al cielo, y nos da lo mismo llegar al cielo por tierra que por mar".
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