San Ildefonso
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:25:22 pm
Mientras era todavía un sencillo monje, fundó y dotó a un convento de monjas inDeibiensi villula. Sabemos por sus escritos que fue ordenado diácono ( alrededor del 630) por Heladio, quien había sido su abad y fue posteriormente elegido Arzobispo de Toledo.El propio Ildefonso llegó a ser Abad de Agli y en calidad de éste, fue uno de los firmantes, en el 653 y el 655, del Octavo y Noveno Concilios de Toledo. Fue llamado por el Rey Recesvinto, hacia finales del 657, para ocupar el trono arzobispal. Dirigió la Iglesia Toledana durante poco más de nueve años y fue enterrado en la Basílica de Santa Leocadia. A estos escasos pero auténticos detalles de su vida (son corroborados por el propio Ildefonso o por su inmediato sucesor, el Arzobispo Julián, en una breve nota biográfica la cual añade al “De viris ilustribus” de Ildefonso) se suman algunas dudosas o incluso legendarias anécdotas. Hacia el final del siglo octavo Cixila, Arzobispo de Toledo, adornó la biografía de su predecesor. En ella relata que Ildefonso fue el discípulo de Isidoro de Sevilla y rememora en particular dos maravillosas historias, de las cuales la segunda, ha sido tema favorito de hagiógrafos, poetas y artistas, ha estado durante siglos ligada a la memoria del santo. Se cuenta que Ildefonso se hallaba un día rezando ante las reliquias de Santa Leocadia, cuando la mártir surgió de su tumba y le agradeció al santo la devoción que mostraba a la Madre de Dios. Más adelante se cuenta que en otra ocasión, la Bendita Virgen María se le apareció en persona ataviada con vestimenta sacerdotal cómo recompensa por su celo al honrarla.El trabajo literario de Ildefonso es más conocido que los detalles de su vida, sus méritos le han colocado en un lugar de honor dentro de los escritores españoles. Su sucesor, Julián de Toledo, en la nota a la que nos hemos referido anteriormente, nos informa que el propio santo dividió su trabajo en cuatro partes. La división primera y principal contenía seis tratados, de los cuales sólo dos se han conservado: “De virginitate perpetuâ sanctae Mariae adversus tres infideles” (estos tres infieles eran Jovellanos, Helvidio y “un Judío”), una verdadera bomba de trabajo que no obstante, muestra un espíritu de ardiente piedad y sitúa a Ildefonso en un lugar de honor entre los devotos siervos de la Virgen María; también un tratado dividido en dos libros: “Annotationes de cognitione baptismi” y “Liber de itineri deserti, quo itur post baptismum”. Investigaciones recientes han probado que el primer libro es solamente una nueva edición de un tratado muy importante recopilado, como muy tarde, en el siglo sexto, en el que Ildefonso solo contribuyó en algunos añadidos (Helfferich, “Der westgothische Arianisimus”, 1860, 41-49). La segunda parte de su trabajo contenía la correspondencia del santo; de esta porción todavía se conservan dos cartas de Quirico, Obispo de Barcelona, con las contestaciones de Ildefonso. La tercera parte comprende misas, himnos y sermones; y la cuarta, opuscula en prosa y verso, especialmente epitafios. Las ediciones de los trabajos completos de Ildefonso contienen cierto número de escritos, varios de los cuales pueden emplazarse en cada una de las dos últimas divisiones; pero algunas de ellas son de dudosa autenticidad, mientras que el resto son ciertamente el trabajo de otro autor. Además, Julián afirma que Ildefonso comenzó un buen número de otros trabajos escritos pero sus muchas ocupaciones no le permitieron poder acabarlos. Por otra parte, él no menciona un pequeño escrito el cual es ciertamente auténtico, el “De viris ilustribus” de Isidoro de Sevilla y esto no se debe tanto a un trabajo literario histórico, sino más bien a un escrito que pretendía glorificar a la Iglesia de Toledo y defender sus derechos como sede metropolitana.
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