Audiencia general: en una época en la que Dios parece que haya desaparecido, el Papa recuerda que sólo en la experiencia religiosa el hombre digital, igual que el de las cavernas, encuentra el camino para superar su precaria aventura terrena
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:24:24 pm
sobre el tema de la oración y como ésta y el “sentido religioso forman parte del hombre a lo largo de toda su historia”. “Vivimos hoy en una época en donde son evidentes los signos del secularismo. “Dios parece que haya desaparecido del horizonte de muchas personas, o se haya convertido en una realidad “indiferente”. Pero por otra parte, ha afirmado también el Papa, “algunos signos nos indican que existe un desperar del sentido religioso, un redescubrimiento de la importancia de Dios para la vida del hombre: la exigencia de una espiritualidad que nos hace superar la visión puramente horizontal y material de la vida humana”.En su catequesis, el Santo Padre ha recordado que el hombre por naturaleza es religioso: es homo religiosus, como es homo sapiens y homo faber. “El deseo de Dios -afirma el Catecismo- está inscrito en el corazón del hombre, porque él ha sido creado por Dios y para Dios”. “La imagen del Creador está impresa en su ser y siente necesidad de encontrar una luz para dar respuesta a las preguntas que se refieren al sentido profundo de la realidad”. “El hombre digital, igual que el hombre de las cavernas -ha dicho el Papa- busca en la experiencia religiosa, el camino para superar su finitud y para asegurar su precaria aventura terrena. Porque la vida, sin un horizonte trascendente, no tendría sentido”.
“El hombre lleva en sí una sed de infinito, una nostalgia de eternidad, una búsqueda de belleza, un deseo de amor, una necesidad de luz, que lo empuja hacia lo Absoluto; el hombre lleva en sí mismo el deseo de Dios”, ha subrayado el Pontífice. “Sabe, de alguna manera, poder dirigirse a Dios, sabe de poderle rezar”. Y “la oración no está unida a un particular contexto, sino que se encuentra inscrita en el corazón de cada persona, de cada civilización”. “La oración, antes que una práctica o fórmula, es una postura interior, antes un acto de culto o unas palabras, es un modo de ser ante Dios”. La plegaria tiene su centro y sus raíces en lo profundo de las personas. De hecho la oración es el lugar por excelencia de la gratuidad, de la tensión hacia el Invisible, Inesperado e Inefable. “Rezar significa sentir el sentido del mundo fuera del mundo”.
En la dinámica de la plegaria ponerse de rodillas, ha explicado Benedicto XVI, es un gesto ambivalente: por una parte, es un signo de esclavitud, pero significa también postrarse declarando nuestro límite y por tanto manifestando la necesidad de Otro. Otro al que declarar ser débil, necesitado, pecador. “En la experiencia de la oración, la criatura humana expresa toda su conciencia de sí mismo y a la vez dirige toda su persona hacia el Ser delante el cual se está”. La oración, que es apertura y elevación del corazón de Dios, se convierte en relación personal con el Señor” ha afirmado finalmente el Santo Padre. “Y aunque el hombre olvida a su Creador, el Dios vivo y verdadero, no cesa de llamar al hombre al misterioso encuentro de la oración”.
Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la plaza de San Pedro:
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quiero continuar la reflexión sobre la oración como algo intrínseco al hombre. Es verdad que Dios parece fuera del horizonte de muchos, pero al mismo tiempo, se ve un despertar del sentido religioso, que no ha desaparecido por más que tantos lo vaticinaban. Y es que el hombre, a pesar de haber perdido la semejanza con Dios por el pecado, conserva el deseo de Aquél que lo llama a la existencia. Todas la religiones testimonian esa búsqueda fundamental. Por eso no hay ninguna gran civilización que no haya sido religiosa. El hombre ha sido creado por Dios y para Dios. Tiene su imagen impresa en su ser y por eso anhela la luz que le permite responder al sentido profundo de la existencia, una respuesta que no está en las ciencias empíricas. Así, la oración es “expresión del deseo que el hombre tiene de Dios”. No una mera fórmula, sino una actitud, un estar delante de Dios. Radicada en lo más profundo de cada uno, es el lugar de la gratuidad, de la tensión hacia lo Inefable. Es un desafío, pues en ella el hombre toma conciencia de sí mismo y de su situación ante Dios, se pone de rodillas, incluso físicamente, pero no a la fuerza, como el esclavo, sino espontáneamente, reconociéndose débil y pecador, y dirige su mirada hacía el Misterio con esperanza. Es a la vez un don, pues es ante el Dios que se revela donde la respuesta del hombre se convierte en relación íntima con Él.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los jóvenes de Guatapé, Colombia, así como a los grupos provenientes de España, México, Panamá, Argentina y otros países latinoamericanos. Os invito a que entrando en el silencio de vuestro interior aprendáis a reconocer la voz que os llama y os conduce a lo más intimo de vuestro ser, para abriros a Dios, que es Amor Infinito. Muchas gracias.
Saludando en francés, el Pontífice ha exhortado a todos a rezar, también, en particular en los hogares, con los hijos, familiares y amigos. Y les ha deseado que aprendan a reconocer en el silencio del corazón, la voz de Dios-amor revelada en Jesucristo.
Al dirigir su saludo cordial a los fieles polacos, el Obispo de Roma les recordó que nuestra vida de fe “se modela en la oración”, y cuando nos detenemos ante Dios -que se ha revelado en Jesucristo- en el silencio “aprendemos a escuchar su voz” y “descubrimos las profundidades de su amor infinito que da sentido a nuestra existencia”.
A los peregrinos húngaros el Papa los encomendó, en este mes mariano de mayo a la Virgen, Madre de la Iglesia. Mientras al dar su bienvenida a los fieles procedentes de la República checa les recordó que en este tiempo pascual contemplamos el misterio de Cristo Resucitado, razón por la cual manifestó su deseo de que Él, que nos ha regenerado a una vida nueva, los colme de todas las gracias y consuelos celestiales.
También en el clima de la alegría pascual Benedicto XVI saludó de corazón a los peregrinos croatas y, de modo particular, a los miembros de la Unión de la Sangre de Cristo, a quienes les recordó que el deseo del Señor Resucitado es que sean misioneros y que testimonien su amor a todas las criaturas, por eso les pidió que no tengan miedo de responder a esta llamada.
A los fieles eslovacos, especialmente a los jóvenes estudiantes, les deseó que su visita a Roma, sede del Sucesor de Pedro, refuerce en ellos la conciencia de su pertenencia a la Iglesia de Cristo. Mientras encomendó a los peregrinos ucranianos en este mes mariano a la Virgen, Madre de la Iglesia, a la vez que pidió que Ella los acompañe en su peregrinación a la Ciudad Eterna.
De la misma manera el Pontífice encomendó a los peregrinos lituanos en este mes mariano a la Madre de la Iglesia, para que Ella los acompañe en la búsqueda de la justicia y de la paz.
Por último, al dar su cordial bienvenida a los peregrinos italianos, el Papa saludó de modo particular a los participantes en la peregrinación organizada por la “Sociedad de las Vocaciones Divinas”, con motivo de la beatificación de su fundador, Giustino Russolillo, y los invitó, siguiendo el ejemplo del nuevo Beato, a proseguir en el empeño de conformación a Cristo, tendiendo a la medida alta de la vida cristiana, la santidad.
Como siempre al final de la audiencia, el Santo Padre se ha dirigido a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados exhortando a todos a intensificar la práctica piadosa del Santo Rosario, especialmente en este mes de mayo dedicado a la Madre de Dios. Os invito a vosotros, queridos jóvenes, a valorizar esta tradicional oración mariana, que ayude a comprender y a asimilar los momentos centrales de la salvación llevada a cabo por Cristo. Os exhorto a vosotros, queridos enfermos, a dirigiros con confianza a la Señora mediante este ejercicio, encomendando a Ella todas vuestras necesidades. Os deseo a vosotros, queridos recién casados, a hacer del rezo del Rosario en familia un momento de crecimiento espiritual bajo la mirada de la Virgen María.