Creado el Miércoles, 21 de Febrero del 2018 05:39:05 pm | Modificado el 06/10/2021 01:32:28 pm

Por fray Rodolfo Luna Umeres OP

A inicios del siglo pasado, Edward Thorndike, psicólogo y pedagogo estadounidense, señalaba que la inteligencia humana no es solo abstractiva, puesto que existe también una inteligencia social. Con ese término se refería a que en cada persona hay una predisposición para establecer vínculo sano con otras personas, capaz de despertar en los demás lo mejor que llevan dentro. 

De un tiempo a esta parte se escucha en la calle y en algunos medios de comunicación social comentarios xenófobos acerca de los migrantes venezolanos en nuestro país, que más o menos son cien mil. La mirada xenófoba, el comportamiento y comentario xenófobo, lo único que logra es destruir la posibilidad de relaciones sociales desde el respeto, la consideración y la solidaridad con nuestro entorno humano próximo y no tan próximo.

Hace unas semanas se viene proyectando en los cines la segunda parte de la película Paddington. El osito del antiguo Perú que migró a Londres buscando un hogar, encarna esa inteligencia social y empática capaz de despertar en el barrio donde vive junto a la familia Brown, alegría y dulzura con las personas. ¿Será que a nosotros nos está faltando actuar más con una inteligencia social y empática si queremos vivir en un clima de paz social, y que también eso se vea reflejada en la vida política y familiar de nuestro país? Que Paddington nos motive a ello. 

Cuando nuestra inteligencia social no es desarrollada ni potenciada, las relaciones sociales se tornan conflictivas, excluyentes y violentas.

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