La Palabra del día 25 de octubre del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:31 pm
estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí" Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: Hijo de David, ten compasión de mí. Jesús se detuvo y dijo: Llamadlo. Llamaron al ciego, diciéndole: Ánimo, levántate, que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: Maestro, que pueda ver. Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha curado. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.Reflexión. La fe es una luz que nos guía en medio de la oscuridad.
1. Bartimeo. Es una persona que está en una situación inhumana, es ciego, está al borde no en el camino (marginación) pidiendo limosna. Imaginemos a un ciego levantando manos en la oscuridad, por si alguien pase, le escuche y le ayude.
2. Ve. Extraño ciego, ve mejor de la multitud que va con Jesús. Lo reconoce Mesías y Dios, en la expresión: “Hijo de David ten compasión”. Al quererle callar, grita más. Jesús lo llama y le pregunta como a Santiago y Juan ¿qué quieres que haga por ti? ¡Que vea! Por ello es modelo de discípulo. Se trata de una fe que prepara para los hechos de Jerusalén.
3. Acción. El ciego soltó el manto, dio un salto y se acercó. ¡Un ciego no suelta fácilmente sus cosas! es cuidadoso, si pierde algo encontrarlo no es fácil. Saltó en dirección correcta no obstante su condición.
4. Nosotros. Bartimeo es cada uno de nosotros que estamos ciegos, al borde del camino, necesitados de Jesús. Él siempre está pasando a nuestro lado. Podemos levantar las manos en oración a Él para pedirle expresarle nuestra fe e implorar su su ayuda.
5. Condición. Es necesario que tiremos el manto de todos nuestros apegos desmedidos, en especial a aquello en que ponemos nuestra seguridad y protección. Al ciego no le importó tirar su manto, ocurría lo más importante de su vida: la llamada de Jesús.
6. Jesús pasa. Cristo siempre pasa junto a ti, espera que lo invoques, le levantes tus manos, tu mente y tu corazón. Él está dispuesto a abrirte los ojos, sacarte del borde del camino y hacerte auténtico discípulos. Le verás en su Palabra, en la Eucaristía, en tu vida y en tus hermanos. Y como Bartimeo caminemos con Él, hasta el final.
- Momento personal. Habla con Jesús como Bartimeo, confiesa que él es Dios, pídele compasión por tus pecados, tus problemas o tus sufrimiento; que te cure de tu ceguera y te ojos de fe para verle. Ten un feliz domingo.
Jeremías 31, 7-9. Guiaré entre consuelos a los ciegos y cojos. Así dice el Señor: Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos: proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel. Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregraré de los confines de la tierra. Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos: los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán. Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito.
Salmo 125 El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: El Señor ha estado grande con ellos. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla: al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.
Hebreos 5,1-6. Hermanos: Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para presentar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy, o, como dice otro pasaje de la Escritura: Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Fray Luis Galindo,O.P.