La Palabra del día 01 de noviembre del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:31 pm
para que continúen su lucha en este mundo para alcanzar también la santidad de vida.Evangelio del Domingo, Solemnidad de todos los Santos: Mateo 5,1-12a. En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo."
Reflexión. La celebración de hoy es de gozo y júbilo especial. La Iglesia nos enseña que somos miembros de la familia de innumerables santos y que nuestro destino es el mismo.
1. Iglesia Santa. La Iglesia se alegra por la multitud de sus mejores hijos que comparten la gloria del Señor. Ap 7,2-4.914 habla de 144000 de Israel y una muchedumbre incontable de toda nación, raza, pueblo y lengua. Estamos habituados a ver a la Iglesia llena de defectos y pecados; pero hay que distinguir entre Ella en sí misma y sus miembros que no todos son santos. La Iglesia es Santa por ser la Esposa de Cristo, Templo del Espíritu Santo, y también por la multitud de sus miembros santos: María, los Apóstoles, los mártires, los grandes Padres de la antigüedad y Doctores, los fundadores e innumerables hombres y mujeres que pasaron en su vida haciendo el bien a lo largo de los dos mil años. Los santos son imágenes acabadas de Jesús, los que mejor le imitaron.
2. Llamados a ser santos. Todos los bautizados tenemos el mismo destino, porque somos hijos e hijas de Dios, llamados a ser semejantes a Él y a verle tal cual Él es, como dice la segunda lecutra, 1Jn 3,1-3. Estamos llamados a la plenitud de la vida, a la realización humana completa a vivir el amor y el servicio plenos. Los santos nos inspiran y animan en esto, nos dicen que es posible. El proyecto de Dios para cada uno de nosotros es ambicioso; Él quiere lo máximo para nosotros. Sin embargo, nos contentamos con pequeñeces, con una vida cristiana mediocre. Buscar la santidad de vida es la empresa más grande y noble que podemos emprender en la vida. Se trata de desear ser humano pleno. Todos tenemos este anhelo, pero, nos entretienen las pequeñas alegrías y las migajas de felicidad y bienestar que nos ofrece este mundo.
3. Bienaventurados. Los santos son bienaventurados y el bienaventurado por excelencia es Jesús. Él fue pobre, afligido, paciente, pasó hambre y sed, misericordioso, puro corazón, trabajó por la paz, perseguido, insultado, y calumniado. Las bienaventuranzas son su retrato. Esto es el contrario de los valores que propagan los medios, calles, negocios, etc. Dicen que la felicidad es riqueza, lucir bien, tener abundancia, ser poderoso, pensar sólo en ti, etc. Todo esto es un engaño, lo que dejan al fin es tristeza y desilusión, etc. Las pequeñas alegrías vividas se esfuman pronto. ¡Pero ojo! Jesús no enseña el masoquismo. Se trata de aceptar con paz los sufrimientos irreversibles de la vida; de enfrentar el mal que nos acecha, de mantenernos firmes en los valores de nuestra fe.
* Dios nos creó para lo máximo, para la plenitud de la vida y la felicidad. Encarnemos los valores de nuestra fe, para llegar un día a la eterna Bienaventuranza, desde donde nos ayudan y nos esperan Todos los Santos. Ten un feliz domingo de todos los santos.
Apocalípsis 7,2-4.9-14. Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: "No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios." Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: "¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!" Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: "Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén." Y uno de los ancianos me dijo: "Ésos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?" Yo le respondí: "Señor mío, tú lo sabrás." Él me respondió: "Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero."
Salmo Responsorial: 23. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R. ¿Quién puede subir al monte del Señor?¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.
1Juan 3,1-3. Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él, se purifica a sí mismo, como él es puro.
Fray Luis Galindo,O.P.