EDITORIAL RSD | El alcalde de Chimbote y la violencia contra la mujer
Creado el Domingo, 30 de Enero del 2022 03:59:16 pm
El alcalde de Chimbote, Roberto Briceño Franco, se ha visto involucrado en una denuncia por el delito de violencia física y psicológica en agravio de su exenamorada, a quien, según la acusación, en estado etílico, agredió verbalmente con palabras de grueso calibre y le dio varias bofetadas y un puñete en el rostro en el interior de un hostal, y luego persiguió cuando ella salió en un taxi hasta que llegó a la comisaría a denunciarlo.
Briceño Franco todavía no ha dado la cara para responder frente a la grave acusación que se investiga a nivel del Ministerio Público, pero escuetamente, vía WhatsApp, ante una pregunta de RSD, negó la violencia física, mas no la psicológica. “Es verdad que la encontré en un hotel y la insulté, pero jamás le di un puñete. Eso va a tener que probarlo”, se defendió.
Lo concreto es que, ante una solicitud de la Segunda Fiscalía de Nuevo Chimbote, el Segundo Juzgado Transitorio de Familia admitió el pedido de medidas de protección a favor de la denunciante, y en ese sentido dispuso que el burgomaestre provincial se mantenga alejado de ella, no se acerque a menos de 200 metros a la redonda de su casa, mantenga la distancia de la zona de trabajo y del lugar donde la agraviada se encuentre y no se comunique con ella bajo ninguna forma.
La investigación corre a cuenta del Ministerio Público, pero la defensa técnica de la agraviada demandará que solicite un juicio inmediato toda vez que se cuenta con las pruebas suficientes para desarrollar el juzgamiento que lleve a una sentencia.
Muy a despecho de lo que puedan decir los adláteres del alcalde Briceño Franco, en un sistema social que tolera y normaliza la violencia contra las mujeres, es necesario precisar que este no es un asunto privado: la violencia de género es un delito, y se persigue aún si la víctima se desistiera, es decir, la justicia está obligada a investigar y a sancionar si así lo determina.
En un país como el nuestro donde la violencia contra la mujer en sus diferentes formas muestra cifras alarmantes, no es posible cerrar los ojos ante cualquier denuncia, y menos contra una autoridad que, increíblemente, preside la Instancia Provincial de Concertación para la Prevención, Sanción y Erradicación de la Violencia Contra las Mujeres y el Grupo Familiar. Tampoco se puede tolerar los mecanismos utilizados para desacreditar públicamente a través de las redes sociales a la denunciante. No hay argumento que justifique la violencia ejercida contra ella.
En el Perú, según el INEI, 7 de cada 10 mujeres han sido víctimas de violencia de pareja alguna vez en su vida. Y en el presente contexto de pandemia, el organismo que se encarga de dirigir los sistemas nacionales de estadística e informática sostiene que la violencia contra las mujeres se ha convertido en “la pandemia de la sombra”.
Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia de género que resulte o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”.
El problema de la violencia de género en los últimos años ha cobrado mayor relevancia porque su magnitud requiere de una especial atención del Estado. En ese sentido, se han dado normas como la Ley Nº 30364 (Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar). Sin embargo, lamentablemente la ley no basta para encarar el problema. La violencia contra la mujer es un asunto de raíces más profundas. Tiene que ver con nuestra manera de pensar, actuar y comunicarnos, lo que hace que muchas veces hombres y mujeres la justifiquen o incluso la promuevan como medio de control social.
La violencia contra las mujeres es una violación de derechos humanos y también un problema de salud pública que afecta a todos los niveles de la sociedad en todas las partes del mundo. Casos como el protagonizado por el alcalde de Chimbote son, lamentablemente, moneda corriente. Una forma de contribuir a su erradicación es visibilizándolos, denunciándolos.
Radio Santo Domingo – RSD