Creado el Lunes, 3 de Febrero del 2020 10:27:36 am | Modificado el 06/10/2021 01:35:20 pm

En una ciudad como la nuestra pocos piensan y evalúan las circunstancias, emociones y estímulos de los seres humanos, reflexiona el escritor y periodista Augusto Rubio Acosta

En una sociedad como la nuestra: capitalista, acrítica, consumista y superficial, no educada y deshumanizada, nadie o casi nadie es capaz de dominar sus instintos, de sentir apego por la cultura y las tradiciones, de reconocer y manejar adecuadamente sus estados emocionales, mucho menos de evitar las alucinógenas imágenes que se supone traen consigo la felicidad, la inmediatez y lo banal, la grave problemática que erosiona nuestra vida en este tiempo y nos conduce a otra dimensión de la existencia.

Educarse en una ciudad como la nuestra, con instituciones educativas sin maestros calificados, sin objetivos académicos decentes e inconformes, sin planes de estudio e infraestructura de alto nivel, y con universidades de quinta categoría que no se sabe cuándo cerrarán o serán puestas en venta al mejor postor, es un asunto individual. Lo es porque en los tiempos que corren, y con la clase de gobernantes que tenemos, nada garantiza una enseñanza de calidad, mucho menos políticas públicas pensadas y adecuadas para el más olvidado e invisibilizado de los sectores.

Con la sociedad y la educación en ruinas, a los ciudadanos conscientes nos queda distinguir y valorar lo poco o nada que tenemos; autoformarnos, vivir la cultura, tamizar las dificultades y extraer las experiencias para poder sobrevivir en esta jungla miserable sin dejar de evolucionar desde la psique, sin dejar de ser crítico y frontal, consecuente con nuestras ideas ante la coyuntura que tengamos al frente.

Así, la existencia humana, la finitud, la injusticia social y el horror a que nos conduce el modelo económico vigente, existirán ante nuestros ojos. De lo contrario, si no nos educamos o autoformamos, el sufrimiento, los conflictos y el hiperconsumo desaparecerán ante la trama visible de nuestra vida, ocultándolo todo, asesinando nuestra indignación y capacidad de respuesta, convirtiéndonos en esa especie de espectros, de muertos en vida en que se han convertido la enorme mayoría de chimbotanos, doblados [de rodillas] ante el poder de turno.

En una ciudad como la nuestra pocos piensan y evalúan las circunstancias, emociones y estímulos de los seres humanos. La cultura es el camino, no las cifras macroeconómicas, la inequidad, la represión y la injusticia.

* Augusto Rubio Acosta es poeta, narrador, periodista y gestor cultural.

Foto: ipama.org.pe

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