LA COLUMNA DEL DÍA | El Encuentro con Cristo se derrama a todos para poder hacer el bien
Creado el Jueves, 13 de Marzo del 2025 01:01:01 am

Y si Dios empezó un buen trabajo en ustedes, estoy seguro que lo continuará hasta concluirlo el día de Cristo Jesús. Por eso, hermanos míos, a quienes tanto quiere y echo de menos, que son mi alegría y mi corona, sigan firmes en el señor, se lo repito, estén alegres y tenga buen trato con todos. Así llegarán puros e irreprochable al día de cristo, habiendo hecho madurar, gracias a Cristo Jesús, el fruto de la santidad (Filipenses, 1, 3-11).
Cristo realizó un encuentro con personas cuya experiencia será transmitido durante la historia por otros encuentros a partir de los primeros apóstoles. Entonces, la idea fundamental de la Iglesia es un encuentro con Cristo y con los otros creyentes. Una teoría, ideas grandes pueden provocar asentimiento o negación, pero el encuentro con Cristo cuestiona a mi mismo y a mis relaciones con los demás. Jesús enseña y muestra una vida diferente. Las verdades en la relación interpersonal se logran por compartir la vida del otro. La sintonía se construye con el tiempo y por la convivencia. La idea del buen ejemplo de otra persona es un instrumento de conocimiento y cambio. Las leyes coaccionan la libertad, pero los ejemplos transforman el corazón. La perfección del ser humano no está en la mera adquisición sino también en una relación de vida de entrega y fidelidad hacia el otro.
El mundo actual entiende la vida a partir del utilitarismo y del egoísmo porque no entiende los gestos como actos justos y gratuitos. La mal entendida “igualdad” como nivelación hacia debajo de las personas no permite imitar los buenos ejemplos que irradian las personas que destacan por sus valores. Al contrario, en la cultura actual predomina el culto al dinero, la viveza, la vulgaridad, la corrupción, la mentira, la belleza sin verdad y el sexo sin amor. Las autoridades se desentienden de la importancia de los valores que aportan las familias para la sociedad. Ya San Pablo señalaba esta realidad en su tiempo: libertinaje, el hombre viejo destruido por sus pasiones, mentiras, enojo sin perdón, robo, palabras malas, disgustos, arrebatos, enojos, gritos, ofensas, maldad, fornicación, codicia, disparates y tonterías (Efesios, 4, 22 - 5,5). Figuras ideales como Confucio, Buda, Cristo, Gandhi y Homero, fundadores de culturas no son reconocidos como antes por la mentalidad materialista.
Se comienza a ser cristiano por un encuentro con una persona que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. El ser humano no puede conocerse verdaderamente a sí mismo sin comparase con el ejemplo de Cristo. Leemos en san Marcos: Después que tomaron preso a Juan, Jesús fue a Galilea y empezó a proclamar la buen a Nueva de Dios. El tiempo se ha cumplido, el reino de Dios está cerca. Renuncian a su mal camino y crean en la Buena Nueva (San Marcos, 1, 14).
Jesús apareció a los apóstoles después de su resurrección. Jesús se presentó en medio y dijo, como siempre, “Paz a ustedes”. Leemos en el evangelio de san Lucas: “Les abrió la mente para que entendieran las Escrituras. “Les dijo: Todo esto estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer día. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después a las naciones, invitándolas a que se convierten (Lucas: 24, 46-47).
Pablo da testimonio frente al Rey Agripa. “Empecé a predicar, primero a la gente de Damasco, luego a Jerusalén, y en el país de los judíos, y por último en las naciones paganas. Y les pedía que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, mostrando en delante los frutos de una verdadera conversión.
El encuentro se realiza en la forma de seguir. Cristo es el destino del mundo. Por lo tanto, el seguimiento es la actitud más razonable ante el acontecimiento de Cristo. “Como hijos amadísimos de Dios, esfuércese por imitarlo. Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros” (Efesios: 5,1). El que quiera seguirme, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Al que me sirve, el Padre le dará un puesto de honor (Juan. 12, 36). “Ya saben como imitarnos, pues no vivimos sin control ni regla mientras estuvimos entre ustedes (Tesalonicenses, 3, 7). “Sean imitadores míos, hermanos, y fíjense en los que siguen nuestro ejemplo (Filipenses, 3,17). “Esto es muy cierto, y todos lo pueden creer, que Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales soy yo el primero. Por esa razón fui perdonado, para que en mi se manifestara en primer lugar toda la paciencia de Cristo Jesús, y si fuera así un ejemplo para todos los que han de creer en él y llegar a la vida eterna (Timoteo, 1, 15).
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".
