LA COLUMNA DEL DÍA | Una triste realidad
Creado el Miércoles, 14 de Diciembre del 2022 10:54:23 am

Es muy lamentable la situación por la que actualmente estamos atravesando en nuestro país. Ante el mundo, nos hemos creado una imagen de país poco confiable. En los negocios, el valor de la confianza es fundamental, si se pierde la confianza, se pierde todo. No hay inversión o en todo caso se hace muy lenta la participación de los inversionistas.
Como lo he señalado muchas veces en esta columna, nuestro país no es un país subdesarrollado sino mal administrado. Y por qué somos un país mal administrado? Porque sencillamente quienes ocupan los puestos de gestión, en el Estado, no tienen el perfil adecuado para desempeñarse como gerentes, administradores, jefes, en cualquiera de los niveles gerenciales que existen en las instituciones o empresas públicas. Ah, algunos despotrican del Estado, pero véanlos como hacen lo imposible por trabajar en él. Porque sencillamente hay un interés, un interés económico.
Esto es lo que ha pasado por muchísimo tiempo en nuestro país con la clase política y empresarial que encuentra en el Estado un botín de amasar riqueza y tener poder. Los políticos de esa calaña siempre trabajaron de la mano con otros poderes del Estado para mantenerse en su zona de confort y utilizaron a medios de comunicación afines para hacerles la comparsa.
Por supuesto que siempre van a existir clases sociales, hasta en las sociedades que aparentemente se dicen que son igualitarias. Lo que sucede es que, en sociedades bien administradas, hay una clase social con poder económico y político que se interesan por el bien común. Es decir, saben que la riqueza que ellos tienen va a depender mucho de quienes la generan. Por ello, de alguna manera, tratan de redistribuirla de la mejor manera posible. En nuestro país, nunca hemos tenido una clase política y empresarial que se haya interesado por el bien común. Siempre han buscado obtener un beneficio personal y de grupo. Por ello, a las empresas del Estado siempre llegaban y, seguramente seguirán llegando, gente del partido o agrupación política que ganó una elección. Bueno fuera que sea gente preparada y con solvencia moral, lamentablemente, no es así. En la mayoría de las veces, llega gente sin preparación, con malos antecedentes profesionales y por qué no decir, llega gente lumpenesca, gente de malvivir.
La gente está muy molesta por todo lo que está aconteciendo en nuestro país. Sabemos de la impopularidad que ha tenido el expresidente Pedro Castillo que, ha si nos haya gustado o no, él fue elegido para gobernar los cinco años, y eso debía respetarse, por supuesto con un control a su gestión. Pero también sabemos de la impopularidad aún mayor de los congresistas que, desde el inicio de su mandato, le pusieron zancadillas para gobernar el país. La verdad, así como estamos ahora, los congresistas, en su mayoría, nos han decepcionado y ya no merecen estar en el Congreso.
Ojo, hay que tener en cuenta que no basta con cambiar personas en la gestión, es decir, no basta con elegir a un nuevo presidente o presidenta de la República, ni tampoco elegir a nuevos congresistas, nada nos asegura que esto cambiaría. Hay muchos artículos de la Constitución que deben cambiar. Por ello, se hace indispensable y necesario también el cambio de Constitución. Necesitamos una Constitución que se juste a los nuevos tiempos. Una Constitución hecha con la participación de ciudadanos honestos, probos, de la sociedad civil organizada. En todo caso, si no se modifica la Constitución sólo estaríamos cambiando “moco por baba”.
Felipe Llenque Tume es doctor en Administración, past decano del Colegio Regional de Licenciados en Administración (Corlad Chimbote), director de la Escuela de Administración en la Uladech Católica, consultor en capacitación y asesoría empresarial a sectores económicos de producción y servicios, y miembro del Directorio de Sedachimbote.
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