LA COLUMNA DEL DÍA | ¿Una ética por consenso?
Creado el Jueves, 6 de Junio del 2024 01:01:01 am
Cuando se niega la existencia de Dios surge la pregunta: ¿Cómo se puede explicar el origen de la verdad y del bien en los seres humanos? Todos somos iguales y relativos. Nadie ha creado así mismo. Nadie es más que el otro. Nadie puede atribuirse la verdad e imponer normas a otro.
Los filósofos ateos niegan esta fundamentación ontológica de la ética. Unos aceptan, sin fundamento, los principios de la verdad y el bien, pero el famoso filósofo Jürgen Habermas, ateo, logró adquirir más aceptación por su teoría de “la ética del consenso”. Jürgen Habermas, es el principal filósofo, en la segunda parte del siglo pasado, que busca una solución para actualizar la ética que había sido marginado en el pensamiento filosófico por considerar la imposibilidad de aceptar una concepción metafísica de un bien universal. Él llama a su teoría “la ética del consenso.” Según Habermas, construir una moral universal atea es la gran tarea, puesto que se ha perdido la identidad y la universalidad que da el cristianismo.
El procedimiento de la conversación entre todos, llegando a algún acuerdo, garantiza la validez del acuerdo como norma. La validez de las normas depende del procedimiento que consiste en la argumentación moral de todos de los que participan en el discurso ético. El que participa en una argumentación acepta implícitamente presupuestos pragmáticos universales que poseen un contenido normativo. Tiene que ser aceptada por todos sin ninguna coacción. La ética del discurso implica los principios de justicia y solidaridad porque postula iguales derechos para cada uno y exige la preocupación para el bienestar del prójimo. Habermas pretende resolver la ética por medio de los procedimientos del diálogo y el consenso en lugar de una ética de valores o ideales. Habermas plantea un moral de consenso. Su aporte fue muy importante por promover el diálogo público en el pueblo sobre la ética y también por hacer presente el tema de la justicia y de la moral en el discurso político. Existe un vínculo íntimo entre justicia y democracia. El discurso técnico- económico no puede imponerse. Al contrario, la producción material debe estar al servicio de los procesos comunicativos. El diálogo debe institucionalizarse por las elecciones y la pluralidad de partidos políticos. Sin embargo, se ha llegado a pocos acuerdos. Por eso, se ha llamado a la ética del discurso como una “ética de mínimos”. El Congreso de la República toma la decisión final y convierte las normas o los derechos acordados en leyes.
Hagamos algunas observaciones a la teoría del consenso.
En primer lugar, los resultados de los procedimientos se convierten por el Congreso en leyes y las leyes se imponen por coacción. La moral se convierte en derecho. El cumplimiento de los derechos se vuelve un tema jurídico y se corre el riesgo de perder el verdadero sentido de la ética. La obligación ya no está en la persona o en su conciencia sino en los procedimientos. Se elimina el fundamento de la moralidad en la conciencia. El carácter categórico se desplaza ahora al interior del derecho positivo porque solo el derecho tiene poder coactivo. Se pierde la autonomía de la persona que escoge entre el bien y el mal.
En segundo lugar, Habermas no se pregunta qué significa “ser moral”. Su pregunta es: ¿como son posibles los juicios morales? Habermas opina que no se puede definir una ideal del bien o un fundamento de la ética y, por lo tanto, defiende una teoría consensual de la verdad. La moral será decidida por la participación de las masas en procesos públicos. Se determina las normas o derechos antes de definir en qué debe existir la buena vida.
En tercer lugar, Habermas considera que las normas propuestas por la masa tienen carácter obligatorio. La filósofa, Adela Cortina, observa que esta exigencia universal, va más allá de los límites de la praxis realizada en una cierta situación. A pesar de su crítica a la metafísica, queda un resto de metafísica en la teoría de Habermas para poder afirmar un sentido de un canon normativo y crítico. ¿En qué se fundan los principios del deber?
Cumplir normas por normas es una esclavitud. Cristo nos invita a amar. Ama al prójimo como a ti mismo. La conversión es un cambio en nosotros mismos para poder ser personas que tengan en sí una cultura de amor. ¿Qué voy a dar al otro si yo mismo soy egoísta, envidioso, resentido, corrupto, arribista, chantajista etc. Cristo nos invita a amar a Dios. La presencia de Dios en el fondo de nuestro ser, va a inspirar nuestro pensamiento. De entre las ideas que circulan en el ambiente, escogeré aquellos que concuerdan con la conciencia animada por Dios. Recibiré una actitud de amor hacia los demás. Este conocimiento no se perfecciona sin el reconocimiento de fe en el Cristo revelado y
la vida en la Iglesia. Leemos en Juan, 13,34: “Les doy un mandamiento nuevo: que se aman los unos a los otros. Ustedes deben amarse los unos a los otros como yo los he amado. En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que aman unos a otros.”
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".