LA COLUMNA DEL DÍA: una cabeza fría al servicio de un corazón caliente
Creado el Martes, 12 de Abril del 2016 08:55:10 am | Modificado el 06/10/2021 01:28:30 pm
En esta oportunidad, describo un paper de Paul Samuelson, autor de su libro Economía, cuyo contenido es propio de los momentos por la que pasa la economía en el mundo y, en especial nuestro país.
La economía ha dejado de ser en los últimos cien años una diminuta bellota y se ha convertido en un fuerte roble. Bajo sus extensas ramas encontramos explicaciones de las ganancias derivadas del comercio internacional, consejos para reducir el desempleo y la inflación, fórmulas para invertir los ahorros que queremos guardar para nuestra jubilación e incluso propuestas para vender los derechos de contaminación. Los economistas están trabajando en todo el mundo para recoger los datos y comprender mejor las tendencias económicas.
El objetivo último de la ciencia económica es mejorar las condiciones de vida de la gente. Aumentar el producto interno bruto no es como jugar a la lotería. Un aumento de la renta significa agua potable y vacunas contra las plagas que azotan permanentemente a la humanidad.
Un aumento de la renta permite al Estado construir escuelas para que los jóvenes puedan aprender a leer y adquirir las calificaciones necesarias para inventar nuevas tecnologías como la inteligencia artificial. Cuando la renta aumenta aún más, los países puedan financiar profunda investigaciones científicas de biología y descubrir otras vacunas contra otras enfermedades. Con los recursos liberados por el crecimiento económico, los artistas de talento tienen oportunidad de escribir poesía y de componer música, al tiempo que otros tienen el tiempo de ocio necesario para leer, escuchar e interpretar. Aunque no existe un único patrón de desarrollo económico y la evolución de la cultura varía de unos países a otros, liberarse del hambre, de las enfermedades y de los elementos es una aspiración universal del hombre.
Pero los cientos de años de historia de la humanidad también muestran que no basta un corazón caliente para alimentar a los hambrientos o curar a los enfermos. Un mercado libre y eficiente no produce necesariamente una distribución de la renta socialmente aceptable. Para averiguar cuál es el mejor camino para lograr el progreso económico se necesitan cabezas frías, que sopesen objetivamente los costos y beneficios de los diferentes enfoques, tratando todo lo humanamente posible de impedir que los sueños influyan en el análisis.
Tal vez se haya escuchado decir “de cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”. Los gobiernos han aprendido que ninguna sociedad puede basarse durante mucho tiempo únicamente en este principio utópico. Para mantener una economía prospera, los gobiernos deben preservar los incentivos para que la gente trabaje y ahorre. Las sociedades pueden ayudar durante un tiempo a los desempleados, pero cuando el seguro de desempleo cubre demasiado durante demasiado tiempo, la gente acaba dependiendo del Estado y dejando de buscar trabajo. Si comienza a creer que éste debe mantenerlos, eso puede embotar el cortante filo de la iniciativa. El mero hecho de que los programas públicos tengan unos nobles fines no significa que deban gestionarse descuidada e ineficientemente.
La sociedad debe encontrar el justo equilibrio entre la disciplina del mercado y la compasión de los programas sociales públicos. Utilizando cabezas frías para informar a nuestros corazones calientes, la ciencia económica puede contribuir a conseguir una sociedad próspera y justa,
*Felipe Llenque Tume
Pastdecano del Colegio de Licenciados en Administración (CORLAD Chimbote).
Foto referencial: laexpansion.com
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