LA COLUMNA DEL DÍA | Todo lo que hemos perdido
Creado el Lunes, 13 de Julio del 2020 01:59:30 am
Salí a caminar por la avenida La Marina para evitar el ruido, la contaminación visual, la posible interacción con alguien conocido que pudiera cruzarse. Salí a andar porque necesitaba pensar, tomar aire y hacer un trámite imprescindible; sentarme en este parque para ajustar cuentas conmigo mismo, enrostrarme el rol que hemos tenido en la emergencia, nuestra resignación a la sobrevivencia, el sacrificio del placer, la pérdida del sentido de lo que significa una vida digna.
La dictadura del hiperconsumo, de las empresas destructoras del empleo que manipulan al Estado, de las fake news en los medios y de lo "políticamente correcto" en todas las instancias, nos ha arrancado libertad y humanidad, nos autocensura, nos resigna a las medidas represoras de vigilancia y control social, a la cuarentena biológica más espantosa que jamás imaginamos.
¿Qué hacemos frente a las muertes, ante la vulnerabilidad a que nos somete el sistema político y económico dominante? Si no hay estatus no hay vida, a más pobreza más enfermedad; más invisibles que ignorar, más obreros con la obligación de trabajar para poder comer, más fábricas echando a andar para continuar amasando fortunas a costa de la respiración y la sobrevivencia de quienes -en la mayoría de los casos- ni siquiera reparan en lo que les toca. ¿Qué hacemos con el miedo institucionalizado, con la violencia de un control biopolítico que nos cercena la libertad y la privacidad, hasta nuestro más legítimo derecho a sanar y a curarnos con nuestras propias armas ancestrales?
Salí a caminar y en los ojos de quienes hacen cola en las afueras de los bancos sólo es posible leer angustia, estado de sitio, cualquier otra cosa menos sentido de satisfacción y de buen vivir, de placer [ahora reemplazado por la histeria]. Salí a caminar a pesar del frío; al regresar por Country y doblar por La Marina encontré este parque donde jóvenes parejas se abrazan y respiran, encontrando [a su forma] el fervor de la vida. En el último tramo camino a casa, pienso en el tamaño de lo que sacrificamos, en lo que perderemos o ya hemos perdido en aras de “sobrevivir” o lo que ello signifique. Si valió la pena conservar la vida el tiempo que viene lo dirá, pero nada nos devolverá el tiempo, el futuro hecho líquido, todo lo que hemos perdido.
* Augusto Rubio Acosta es poeta, narrador, periodista y gestor cultural