LA COLUMNA DEL DÍA | Sócrates, Buda, Confucio y Jesús
Creado el Sábado, 7 de Octubre del 2023 01:01:01 am | Modificado el 12/10/2023 07:25:58 am
El considera a Sócrates, Confucio, Buda y Jesús como los únicos entre otros que cumplen los requisitos: una influencia amplia durante siglos y una personalidad ética profunda (Jaspers, 2015: 154).
Ellos no fueron caudillos con un discurso demagógico con promesas falsas sino encarnaban en su personalidad un mensaje de vida que provocaba imitación y establecieron lazos fuertes entre las personas dando sentido a su existencia. Transmiten una experiencia que nos llega hasta ahora. Sócrates y Jesús no transmitieron ningún mensaje escrito. Los cuatro no recurrieron a las armas, no formaban ejércitos para imponer sus ideas, no presentaban ningún plan de gobierno y tenían ningún poder porque no venían de familias importantes. Su grandeza está en su personalidad única y original. No se puede racionalmente y científicamente comprobar quienes eran porque se trata de una realidad espiritual. Ellos tienen una pasión para servir a los seres humanos. Para ellos el mundo no anda bien. En este mundo no hay compasión con otros que sufren. La falta de compasión por no tener emociones con otros es nuestra situación diaria. Esto no era la actitud de los hombres que nos enseñaban el sentido de la vida. Ellos son diferentes y invitan a un cambio radical de actitud.
El filósofo alemán, Karl Jaspers, indica que ellos no hablaban de un trabajo sino de una actitud que es un “nacer nuevo” para caminar de otra manera por la vida. Para poder entenderlo uno mismo debe practicarlo. Para ellos, no se trata de comunicar algunos conocimientos para dirigir el comportamiento sino para lograr un cambio interno en las personas. La pregunta es: ¿Cómo se puede lograr el contacto con el espíritu interno de las personas? La respuesta no es por una exposición o una teoría sino por la fuerza de su propia personalidad que hace referencia a la más profunda interioridad, cada uno a su manera y que no se puede expresar en conceptos. Ellos son un ejemplo cuya atracción conquista inevitablemente a seguirlos. La autenticidad de su vida y palabra se dirige a la más profunda intimidad de la persona. Es una exigencia de cambio de la conciencia. Una conversión Jaspers, 2015, 160-161).
Para Sócrates el ser humano debe cuestionar sus conocimientos y tratar de superarlos para descubrir la verdad. El no pretende enseñar un a filosofía sino interrogar a todos sobre su propia vida. La filosofía no es pensar sobre el mundo sino es un modo de ser. Por eso, su famosa frase: Conócete a ti mismo. El problematiza a las personas, señala problemas para erradicar los falsos saberes. El enseña la humildad. El no tiene un mensaje. Uno mismo debe buscar la verdad y cómo va a llevar su vida. Sócrates sufrió una muerte cruel por denunciar a las autoridades y señalar el camino de la autocritica para buscar la virtud. El no se presentó como un mártir, sino lo acepto con tranquilidad porque había cumplido con el buen ejemplo de buscar la virtud. El ser humano busca el bien y el vicio es consecuencia de la ignorancia. Sócrates exige razón y reflexión.
El confucionismo fue en China lo que el cristianismo fue para el Occidente. Para Confucio la vida es una formación dirigida a la práctica. ¿Acaso merece el hombre llamado ser bueno si él se aparta de sus deberes del bien? La búsqueda exclusiva de provecho excita la hostilidad, arruina la solidaridad; no podría ser más que el rasgo de un hombre vulgar. Confucio tiene un parecido con Sócrates. Confucio no enseñaba una doctrina sino un saber-ser. La finalidad del pensamiento para Confucio es la buena conducta. El discurso es secundario en relación al gesto. El no creó un sistema de pensamiento porque las palabras engañan. El pretendió establecer reglas de conducta moral. La persona no está determinada por su posición social sino por su valor moral. Se adquiere la buena conducta por el estudio y la meditación.
Buda no es Dios y él tampoco cree en la existencia de un Dios, aunque hoy en día hay personas que lo adoran como Dios. La vida es sufrimiento, enfermedad, carencia etc. Para Buda se trata principalmente de liberarse del dolor continuo en la vida para encontrar la salvación. Uno debe entrar en la Nirvana. Esto significa que uno entiende que la individualidad existe, pero es un engaño. Esto no significa la eliminación de la individualidad, pero es el camino para salvarse por asumir estadios de pensamiento y conducta para cesar con el sufrimiento. Se trata de buen trato con los demás, pero sin identificarse. Por eso, Buda habla de un estoicismo frente al respecto de lo ocurre en el mundo. No podemos dejarnos llevar por las emociones porque pueden traer el dolor. La persona debe mantenerse indiferente frente a todo lo que ocurre. Se supone mucha inteligencia para entender esta vida.
Dios es el misterio de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu. La Trinidad es la perfecta unión en amor. Jesús es enviado para enseñarnos que Dios nos ama. “Como el Padre me amó, así también los he amado; permanezcan en mi amor,” pero va acompañado por las virtudes: “si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor” (Juan, 15, 8-10). Cristo anuncio el mensaje de amor de Dios y da el buen ejemplo. El nos invita a seguirlo y seguir su ejemplo significa convertirse a una vida de amor y virtudes. “Amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar su vida por sus amigos” (Juan, 15, 12-13). “Amen al prójimo como sí mismo” La fuente es la compasión de Dios con el ser humano, expresado en el gran dolor de Jesús en la cruz. Jesús había criticado a los líderes religiosos que se oponían a su mensaje porque utilizaban la fe por sus intereses económicos. Jesús dijo que los niños lo entienden y que Dios tiene una preferencia para los que están agobiados y por los que tengan compasión. Hay que despojarse del hombre viejo y revestirse del hombre nuevo que cree en la verdad, la justicia y santidad (Pablo, Efesios,4, 22).
Los cuatro nos obligan a reflexionar sobre los límites y la experiencia más profunda de nuestra experiencia y cuales deben ser nuestras tareas y deberes. Ellos tienen diferentes respuestas, pero están unidos en cuanto los cuestionamientos de nuestra vida que el mundo superficial, indiferente y alienado no puede o no quiere saber. Los necesitamos para poder entender el sentido de nuestra vida.
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".