LA COLUMNA DEL DÍA | Que se vayan todos
Creado el Lunes, 13 de Febrero del 2023 09:50:04 am | Modificado el 20/02/2023 10:57:50 am

Dina Boluarte ha cumplido dos meses en la presidencia y el Congreso año y medio en funciones, ambos deberían culminar su mandato constitucional en julio del 2026, pero el clamor popular pide que se vayan todos cuanto antes y que se convoque a nuevas elecciones para ser reemplazados por nuevas autoridades.
La impaciencia hacia el Congreso no es una novedad, por el contrario, desde la caída del fujimorato cada legislativo ha generado mayor cuestionamiento y desaprobación que su antecesor. El desprestigio del Congreso ha crecido impulsado por dos situaciones que se fueron agudizando en el contexto político nacional como el agravamiento de la crisis en los denominados partidos tradicionales y el crecimiento de los movimientos regionales en desmedro de los partidos de alcance nacional.
La crisis de los partidos tradicionales propició el ingreso de nuevos partidos sin ideología, doctrina y sólida organización. Esta situación facilitó el protagonismo de oportunistas y aventureros que luego fueron superados por mercenarios de la política, que ven el congreso como un mero negocio. El fortalecimiento de los movimientos regionales ha tenido como consecuencia que, exista una gran desconexión entre la política regional con relación a la nacional y que el mayor interés sea elegir a nuestras autoridades regionales y locales, escogiendo sin mayor rigurosidad a los congresistas porque su labor legislativa resulta lejana al interés del votante de a pie.
Además de las situaciones descritas, el problema del legislativo es facilitado por la propia constitución que en la práctica sólo exige ser peruano con veinticinco años para ser congresista, sin ser necesario mayor conocimiento o experiencia. En el contexto actual, el Congreso se ha convertido en una hoguera de vanidades que es utilizado por los congresistas para ejercer el poder en beneficio propio y así mantenerse como la institución más repudiada de nuestra democracia.
El otro problema fundamental es el descontrol respecto al financiamiento de las millonarias campañas políticas con dinero que proviene de la corrupción, el narcotráfico o de otras actividades ilícitas y en el mejor de los casos procede de aportantes que han “invertido” con la finalidad de obtener ventajas de los congresistas que financiaron. El dinero negro que ingresa a la política peruana no sólo contamina la actividad, sino que envilece a los congresistas, quienes naturalizan su accionar al margen de la ley como la forma de “hacer política”. Este accionar ha quedado en evidencia con “los niños”, quienes son los congresistas acusados de utilizar su voto a cambio de beneficios personales; y por ello, ahora están investigados por la Fiscalía de la Nación.
Por el lado de la presidencia, las cosas tampoco están bien, al asumir Boluarte, en un intento por distanciarse de su predecesor golpista, pareció alinearse con el conservadurismo político, pero luego sus indecisiones han terminado por debilitarla, quedando sin apoyo en el congreso, ni de la calle, que por un lado exige mayor decisión y severidad para mantener el orden en el país, mientras que el otro lado reclama que radicalice el gobierno y convoque a una asamblea constituyente, quedando sólo con el apoyo institucional de las fuerzas armadas y policiales por mandato de la Constitución.
En el estado actual, solo queda que se vayan todos y luego que elijamos bien a nuestras nuevas autoridades, pero si seguimos haciendo lo mismo, no esperemos resultados diferentes.
*Pablo Rioja Cueva es abogado especialista en derecho constitucional y administrativo, árbitro en contrataciones con el Estado y laboral. Tiene amplia experiencia en gestión pública y docencia universitaria. Fue regidor en la Municipalidad Provincial del Santa.
Foto: El Popular
