LA COLUMNA DEL DÍA | N A V I D A D
Creado el Jueves, 26 de Diciembre del 2024 01:01:01 am
Podrán también no existir. El hombre recibió la libertad para construir su propia vida, pero al mismo tiempo vive con la conciencia angustiosa y permanente de que no puede garantizar su propia vida. Este vacío ontológico se refiere a algo fuera del mundo. Creer es pasar a otro nivel, entrar en un mundo con dimensión religiosa, una conversión. Se cuestiona la cultura dominante del éxito para buscar una cultura de amor y valores.
Dios ha venido. Su presencia da sentido definitivo a nuestra existencia. “Y en la tierra paz a los hombres (Lucas, 2,13). La vida de la humanidad recibe cohesión y seguridad. “Dios es amor” (I Juan,4,8). “Yo los amo” es el mensaje que Jesús ha traído. La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud. “Pero Dios dejó constancia del amor que nos tiene: Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores (Romanos, 5,8). Dios no nos ama en función de lo que le damos o hacemos por Él, ni a causa de nuestra buena conducta; nos ama porque Él es amor” (I, Juan, 4,8). Sentimos que podemos vivir de una manera diferente. Todos sienten una mejor disposición de ánimo. Se expresa en el día de Navidad también en el gesto sencillo de intercambio de regalos. El mensaje de Navidad ve la vida de otra manera.
El nacimiento de Cristo en Belén es también el nacimiento de Cristo en nosotros. Él nos invita al cambio. Jesús nos indica en qué consiste una vida de paz. El método para lograrlo es el seguimiento de su ejemplo. Para entender a nuestra vida debemos compararnos con su vida. El tiempo se ha cumplido. “Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que convierten de corazón” (salmo 50). El encuentro con Él nos enseña la vida del amor. Por la fe reconocemos la presencia de Otro en nosotros. Todos mis actos serán consecuencia de la nueva conciencia que he adquirido. La conversión implica un cambio de conciencia. La presencia de Cristo en nosotros nos lleva a actuar con caridad a los demás. San Pablo explica en que consiste esta nueva conciencia que hemos aceptado: “Que el amor sea sincero. Aborrezcan el mal y procuren todo lo bueno. Que entre ustedes el amor fraterno sea verdadero cariño y adelántese al otro en el respeto mutuo. Sean diligentes y no flojos. Sean fervorosos en el Espíritu y sirvan al Señor. Tengan esperanza y sean alegres. Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar. Comparten con los hermanos necesitados, y sepan acoger a los que esté de paso (Romanos 12, 9- 13).
La fe en Dios se expresa en lo ético, en los valores y en las leyes que son la prueba de la autenticidad de nuestro amor a Dios. El ejemplo de Cristo (Efesios, 5,1) demuestra que lo divino se expresa en la vida humana o bien el pecado nos aleja de Dios y de nosotros mismos. Las necesidades de otros son el lugar donde un privilegiado puede mostrar una experiencia de Dios. No se trata del “do ut das” sino de la colaboración gratuita con las exigencias éticas de servir a las personas que lo requieren. Esta actitud evangélica contradice la autonomía “sagrada” del ser humano de la modernidad. No hay conocimiento de Dios sin compromisos sociales. El necesitado muestra en su rostro la altura donde Dios se manifiesta.
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".